Mi virginidad no está en venta

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—¡Responde mi pregunta!— Arthur empieza a manejar a velocidad y ella aún sigue sin entender qué hace ese hombre tan importante y guapo protegiéndola.
—no paso nada...— fija su mirada en la ventana soltando un largo suspiro de alivio porque su mente en el momento que esos hombres la tenían, estaba casi bloqueada por el temor

Sin embargo empieza a temblar y no es por el frío, de hecho dentro del auto se puede abrigar, lo que pasa es que el temor la está dominando.

Arthur continúa manejando hasta ir por una calle solitaria y es en ese momento donde aprovecha para mirar atrás y al ver su blazer, lo agarra y se lo entrega a ella.

Valentina se coloca el blazer por encima como si fuera una pequeña manta y siente como cierta tranquilidad con ese bendito perfume tan varonil de Arthur.

—dame la dirección de tu casa— le ordena sin mirarla, su mirada está fija en la carretera
—no es necesario, solo déjame en la avenida central
—si no me la dices, tan solo hago una llamada y me la dirán— su prepotencia causa enojo en Valentina, aunque ella no tiene ánimos de discutir, ha sido un día de esos que solo quieres dormir para no pensar

Le dice la dirección, pero en ese momento agrega. —Solo déjame en una esquina. No quiero que llegues a mi casa
—¿Por qué?
—¿Acaso también te lo tengo que responder o con una simple llamada sabrás mis pensamientos?— pregunta con un tono de voz sarcástico
—¿Siempre eres así?— esboza una sonrisa tan perfecta que Valentina no pudo evitar dejar de mirarlo
—la vida me ha enseñado a ser así. Y como se que en esta vida nada es gratis. ¿Qué vas a querer por salvar mi vida?
—no pienso hacerte daño, solo quiero tenerte en mi cama
—¡Joder! Ya basta ISRAEL
—pero ya me conoces...
—yo no. Pero mi amiga sí y está loca por ti. Tú a mí no me importas en lo absoluto y deja de querer mi cuerpo, pareces el mismísimo diablo queriendo en vez de almas, cuerpos que torturar

ISRAEL sonríe a un más haciéndola sonrojar y que aquel amargo momento de hace unos escasos minutos atrás, se esfuman de la mente de la chica.

—¿Por qué?
—¿Por qué, qué?
—¿Por qué yo?— ella se acomoda bien, acariciando sus piernas y poniéndose de lado para poderlo ver
—soy un hombre insaciable, he tenido a todas las mujeres que me plazca— Valentina rodea los ojos —recalcó que no eres de mis estrictos gustos, pero tú flexibilidad patinando me llama la atención, quiero follar bien duro y utilizar tu flexibilidad a mi favor para tener un  buen acceso

Valentina se atora con su saliva, la sinceridad del hombre guapo y arrogante la puso inquieta. —vamos, tu carácter fuerte me hace percibir que no eres una niña inocente— ella no responde porque literalmente está impaciente, desea salir del auto —solo piénsalo, puedo ser tu mejor maestro del sexo, tu benefactor en tu carrera de patinaje, puedo hacer muchas cosas con tal de que hagas lo que yo te diga
—señor Villareal, mi virginidad no está en venta— fija su mirada al frente, no es capaz de mirarlo, se siente incómoda con esta conversación
—eres virgen... Creo que he sido claro. Tendrás grandes beneficios
—lo único que quieres es que yo sea su sumisa, señor. Por favor, no nos digamos mentiras, literalmente no sabía quién era usted, ahora que lo sé no entiendo por qué carajos insiste en querer estar conmigo. Es que solo mírame, no tengo gracia, incluso la chica de la vip, es linda y sensual, yo no tengo nada de eso. Soy una chica anormal, con miles de problemas y sueños frustrados, que viste de negro, que cualquier cosa que se le pasa por la mente lo hace. Estoy en una burbuja de caos, solo olvídese de que yo existo
—mi color favorito es el negro señorita Ashley. Además, a mí nadie me dice que hacer. Mis decisiones son determinantes, soy un hombre que siente adrenalina al experimentar, usted puede tener una vida estable a cambio de lo que le pido
—he aprendido que todo se gana trabajando duro señor Villarreal
—lo harás. El sexo es ejercicio, vas a trabajar duro, tanto que terminarás bañada en sudor

Valentina traga grueso, definitivamente con Israel no sé puede, a todo le tiene una respuesta. —cambiado de tema— hace resonar su garganta —no quiero que intervengas más en mi vida, no pienso aceptar ese ascenso que no me he ganado, así que ya no trabajo para el señor Walter, es un puto de mierda, se puso muy molesto porque no acepte una cita con él y con el solo hecho de que usted un hombre tan importante pida un ascenso para mí, dió mucho de que hablar. Así que no hagas más esas cosas

Arthur aprieta el volante, se enojo por lo que ha escuchado de Walter. —Solo deja de aparecer en mi vida como si fueras un superhéroe,  no me conoces, solo soy un dolor de cabeza. Solo soy una maldición en la vida de más personas, por favor, déjame por aquí, ya que vivo cerca

Villarreal estaciona en un lugar seguro y Valentina se fue a bajar del auto pero tiene seguro. —¡Ufff! ¿Ahora qué? Ah su blazer, cierto— se lo quita y se lo entrega
—me quiero ir, abre por favor
—señorita Ashley, lo que quiero lo consigo, no me conoces. Te daré dos días para que lo pienses— de su blazer saca una tarjeta muy fina dónde está su número de teléfono y dirección de la empresa —solo dos días

Ella agarra la tarjeta de mala gana —¿Me puedo ir?— pregunta
—te dejaré ir. Pero como tienes una pésima perspectiva de mi, si me das un beso te daré ir
—¡Joder! Literalmente eres una pesadilla
—una pesadilla exquisita ¿No lo cree?— le lanza una mirada seductora que la hizo sentir una marea de calor —tan solo un beso y te dejo ir— se acerca a ella hasta dejarla prácticamente acorralada. Valentina siente que le falta el aire, siente que se le va a salir el corazón por tenerlo tan cerca. Mira los labios provocativos de Arthur y su boca se hizo agua —solo sé mía, sé mi placer sexual y lo tendrá todo señorita Ashley

Arthur mira los labios de ella y sin cruzar más palabras, pasa la punta de su lengua haciéndola parpadear por la provocación y más cuando atrapa sus labios con sensualidad dejándola estática, pero la hace sentir una sensación en su entrepierna, ese cosquilleo que necesita ser saciado. Cuando ingresa la lengua  la deja sin aliento.
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