El destino

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—jefecito, no la despida por favor— interviene Amará con voz seductora
—¡Dije Valentina, no Amará! Andando— camina hacia su pequeño despacho
—no entiendo porque él está así— Amará siente enojo hacia su jefe
—déjalo amiga, lo mejor es no provocarlo, no quiero que pierdas tu trabajo, lo necesitas también, nos vemos luego amiga
—esta bien, lo siento mucho mi linda Valentina— Valentina hace una mueca de tristeza y luego se marcha sin mirar atrás y sin alzar su mirada hacia Arthur

Al llegar al pequeño despacho, su jefe la espera con una postura firme y cruzado de brazos. —señor, puedo explicarlo
—silencio, Valentina

Ella muerde su labio inferior y luego empieza a jugar con los dedos de sus manos por los nervios. —asi que no quisiste estar conmigo, pero como ISRAEL es multimillonario si corriste a los brazos de ese idiota
—¿Disculpe?
—no te hagas la mosquita muerta Valentina. Te hice una muy buena propuesta para que vivieras mejor que la vida de mierda que llevas y resulta que no me aceptaste, pero al idiota de Arthur sí
—no acepto que me hables de esta manera
—¡No me importa!— le alza la voz —supongo que te dejaste follar porque de lo contrario no me explico por qué carajos ha pedido que te dé un maldito ascenso
—¿¡Qué!?— Valentina no lo puede creer
—no te hagas, pero como no me pienso ganar de enemigo a un tarado como ese, en este momento pasas a ser la gerente. Ahora sí, largo de mi vida
—¡Un momento señor Walter! Primero, a mí no me venga a tratar de zorra, porque si no me acosté con usted son por dos razones; la primera, estás teniendo sexo con Amará y la segunda, usted no me gusta
—¡Pero él sí!
—¡A usted qué le importa! Váyase al infierno y métase el puesto de gerente por el trasero, maldito imbécil— Valentina sale prácticamente corriendo del pequeño despacho para luego salir rápidamente del lugar donde ya no trabajará

Amará la vió salir, pero no podía dejar de trabajar, sin embargo, lamenta mucho la situación de Valentina.

—¡Estúpidos hombres!— el frío la hace temblar e Irizar la piel. Continúa caminando sin mirar atrás a pesar de que sea pasada de las 12 de la noche, ya está acostumbrada a caminar a altas horas de la noche y sola por las calles —¿¡Por qué Dios!? ¡Siento que te has olvidado de mí!— continuó caminando, pero con su mirada fija al pavimento mientras las lágrimas caen una tras otra

Pero lamentablemente empezó a hacer vientos fuertes y eso le causó mucho más frío, así que tuvo que acelerar sus pasos, lo peor de todo es que no sabrá cómo explicarle a su madre el motivó por el cual llegó temprano de trabajar.

Y algo que nunca le había pasado a Valentina, era toparse con un grupo de chicos que suelen hacer sabotajes a las chicas solitarias como ella.

—miren que cosita tan rica nos envió nuestro Dios— se acerca un chico de piel morena y ella continúa caminando para no demostrar miedo
—ven nena, no vayas a correr porque será difícil que puedas huir, somos 3 y tú estás solita ¿Tienes frío?— se ríe a carcajadas
—deja que te demos calor chiquita— el más rufián se acerca a ella

Pero Valentina continúa caminando sin mirar atrás, hasta que siente que le tocan el brazo para agarrarla, inmediatamente saca una pequeña navaja para defenderse. —¡Un paso más cerdo de mierda y te jodo tu puta vida!— se defiende lista en posición para no permitir que esos hombres la lastimen ya que desde niña le tocó a aprender a defenderse sola porque en la secundaria le hicieron mucho bullying y luego cuando los hombres borrachos quería hacerle daño, ella siempre se defendía
—¡Huy la chiquita nos salió endemoniada!— el rufián saca su navaja, aún más grande y Valentina palidece
—no quieras jugar a la chica fuerte que no eres nena, déjate dar cariño por las buenas— se acerca y Valentina lanza para lastimarlo, pero son tres hombres, ella no podía en realidad con ellos
—¡Déjenme! ¡No! ¡No me toquen!— patalea sin parar haciendo que fuera algo difícil que la agarraran
—vamos debajo del puente, esto va a estar muy bueno— el rufián ordena
—¡NOOO! ¡Suéltame!— da golpes a lo loco, lo cual fue favorable porque esos golpes fueron repartidos para esos tres canallas

Al ser arrastrada hacia el puente, un Lamborghini color negro mate aparece de la nada y detrás de ese auto lujoso dos camionetas negras blindadas.

Varios hombres armados y vestidos de negro bajan para salvar a Valentina de las garras de esos canallas, lo cual para ella eso fue un milagro por parte de Dios.

Los hombres al verse amenazados la sueltan, pero lo que no esperaban era que cada uno recibiera disparos con armas silenciosas por su gran error.

Valentina lleva sus manos a su cabeza, cubriéndose por el temor que está sintiendo. —¡Venga conmigo!— Erick extiende su mano derecha
—no me lastimes por favor...
—señorita, venga conmigo, la policía puede llegar, la dejaré en un lugar a salvo— la voz de Erick la hizo sentir una pizca de confianza

Al mirar atrás ve los hombres muertos y la sangre derramada, inmediatamente casi se le sale el alma del cuerpo, por lo tanto, se coloca de pie rápidamente. —suba al Lamborghini señorita, hágalo por favor, debemos irnos ya— ordena Erick y ella no entiende ni porque, pero terminó obedeciendo

Erick le abre la puerta del auto del asiento copiloto, y ella ingresa muy atemorizada por lo que pasó, ni siquiera es capaz de mirar quien está al volante y ver a los tres hombres muertos. —dime que no te tocaron dónde no debían— esa voz, esa voz ella la tiene bien grabada en su mente
—¡Usted...!— dice muy perpleja, es como si el destino la arrastrara hacia el hombre que se está volviendo su pesadilla
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