Tienes algo que me pertenece

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—¿Quieres?— le vuelve a preguntar al no tener respuesta. Pero Valentina siente un embrujo por él  así que asienta con la cabeza, le está siendo difícil hablar, quizás la vergüenza, pero también el temor por el dolor que pueda sentir —te quiero escuchar— Arthur le besa el cuello tan perfecto que ella queda con sus labios entreabiertos, y su cuerpo pide a gritos ser poseída totalmente por ese hombre
—ssssí... sí quiero— musitó para luego pasar saliva
—¿Ves que lo quieres?— la mira directamente a los ojos, para luego, alejarse dejándola con ganas
—¿Qué...? ¿Qué estás haciendo?— Valentina apoya los codos sobre la cama para elevarse un poco
—son mis reglas Valentina Ashley— retoma su compostura y ella fija su mirada en aquel miembro erecto y perfecto
—¿Es en serio?— se desploma sobre la cama, mirando hacia el cielo raso
—esto solo es una mínima prueba de lo que te puedo hacer sentir. Que descanses— agarra sus cosas
—¡Joder!— Valentina gruño entre dientes
—espero que seas inteligente— dicho eso, sale de la habitación. Valentina muy enfadada, agarra la almohada y la lanza hacia la puerta
—¡Ingrato!— exclamó y luego suspiró profundamente, lo que hace segundos atrás, fue demasiado intenso, ahora es un tormento insaciable

Por otro lado, ISRAEL se colocó la ropa y salió del apartamento para llegar a dónde la brasileña. Al subir a su auto, Erick se acerca rápidamente. —señor Villarreal...
—Erick, no permitas que Valentina se vaya, si es importante me llamas de lo contrario no molestes— enciende el auto
—Como ordene, señor.

Arthur se marcha al hotel donde la hermosa chica de piel morena lo está esperando. Pero Valentina está en sus pensamientos y lo que le molesta es que ella no se deje manipular tan fácilmente.

Por otro lado, Valentina se colocó una bata de dormir, sintió mucha hambre y por esa razón, tomó el valor de salir de la habitación para ir hacia la cocina, pero su curiosidad por saber si Arthur se marchó le ganó, porque se dirigió a la habitación del chico.

Ashley muerde su labio inferior, no quiere aparentar ser una chica enamorada, pero necesita saberlo, así que toca la puerta levemente, pero no tiene respuesta. Por lo tanto, la abre y al hacerlo, se percata de que él no está. —¡Mujeriego!— niega con la cabeza y luego salió de la habitación cerrando la puerta de un portazo —no seré tu juguete VILLARREAL— se marcha a la cocina

Arthur llega al hotel, mientras sus escoltas lo protegen hasta que llega al ascensor que lo dirige directamente hacia la habitación dónde la chica lo espera. —eres bien terca Valentina. Estuviera,  en este momento haciéndote mía

—¡Pensé que no vendrías!— la chica al verlo se emociona, lo ha recibido muy bien, tiene una sexy lencería puesta, de esas a que él le gustan
—¿Estás preparada para la tortura?— pregunta quitándose la camisa, se siente tan estresado que quiere desquitarse con ella
—ansiosa porque eso pase—  lo mira con deseo
—¡Arrodíllate y mírame!— le ordena y ella se somete
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Para Valentina la noche pasó muy lenta, por primera vez en su vida un hombre la atormenta de tal manera que no pudo dormir esperando a que él llegará y eso le agobió por completo.

Pasada de las 5 de la mañana, prefirió acostarse en el mueble y por más que deseaba que él llegará, no fue así. La tristeza la invadió y se sintió vulnerable por haber cedido a que él la tocara y viera su cuerpo, pero es una chica inexperta en el amor y el sexo.

Al amanecer, las puertas del ascensor se abren, dando un salto en su corazón de nervios, pero no es Arthur, es Erick junto a Antonia.

—¡Buenos días señorita!— le saluda Antonia —es hora de irse a bañar, mientras le preparo su desayuno nutritivo
—buen día... Amm descuida, no tengo hambre— Valentina está desanimada y sus ojeras captan la atención de Antonia y Erick
—debe alimentarse, señorita Ashley. Recuerde que tiene entrenamiento con su instructora Mariela— se apresura a decir Erick para animarla
—sí... Está bien. Gracias— Valentina se marcha a su habitación y Antonia inmediatamente se molesta
—tan solo esa niña tiene aquí un día y ya mira la cara que tiene ¡Huy este muchachito!— Antonia camina hacia la cocina
—no podemos decir nada, solo hacer nuestro trabajo
—¡Yo sí! Si el niño Arthur se sigue portando mal le diré a la señora Johana Villarreal, porque estoy cansada de ver a esas niñas sufrir. Ahora, siento que está chica tiene algo en especial, no tolero el sufrimiento de las mujeres— abre la despensa
—cálmate, quizás... El joven Arthur cambia de opinión con la señorita Ashley, mejor no sigamos hablando de esto, sabes que a él no le gusta que opinen de su vida

Arthur pasó una noche muy larga junto a la brasileña, cada tortura, cada azote, pensaba en Valentina, y prefirió no ir a su apartamento. Fue a otro  apartamento que también es de su agrado para darse un buen baño y arreglarse, para así irse a trabajar.

—buenos días señor Villarreal— Leticia al verlo salir del ascensor, se acerca para saludarlo
—Buen día. Hoy no quiero visitas de nadie— camina hacia su oficina
—señor eso es imposible, le estuve llamando, pero su móvil está apagado, es para informarle que el señor Gonzalo está esperando en su oficina

Arthur se detiene y mira a Leticia con desdén. —¿¡Por qué carajos ese infeliz está en mi oficina!?— sus palabras son cortantes
—es que... Él me dijo que es urgente, que es para ayudarle a promover su puesto como Ceo
—¡Jamás vuelvas a hacer algo así! Mi oficina es mi OFICINA, y no permito que entren sin mi autorización
—perdóneme señor, pensé que está noticia le iba a alegrar
—¡Pensaste muy mal!— se marcha a su oficina, y al llegar abre la puerta mientras es consumido por el mal genio

Gonzalo que está impaciente esperando, al oír que abren la puerta se pone de pie, al mirar a Arthur y viceversa, hay una rivalidad mortal.

—Leticia, déjame a solas con el señor Gonzalo— Arthur se dirige a su escritorio como todo un galán, con su frente en alto
—sí señor— Leticia cierra la puerta —carajo metí la pata— susurra y se marcha muy preocupada

Arthur toma asiento en su trono, y luego  une los dedos de ambas manos, formando una especie de triángulo. Es un gesto que los de la alta sociedad y aquel que tenga conocimiento, usan. Para darle saber a la otra persona que él es seguro de si mismo, osea que tiene un alto grado de confianza y poder. Gesto positivo que mira Gonzalo.

—¿En qué le puedo ayudar?
—¡No te hagas Villarreal!— lo mira con desprecio —tienes algo que me pertenece y te exijo que me digas ¿¡Dónde está Valentina Ashley!?

LINEA DELGADA HACIA EL AMOR Donde viven las historias. Descúbrelo ahora