♡ Capitulo 26

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ANASHIA

—Terminé por fin la edición —comenté para mí misma. Eran más de las dos de la mañana, ya había pasado la semana, y necesitaba deshacerme de ese trabajo. Sin embargo, aún me faltaba preparar el material que apenas inicio cuando viajamos a Montelimar. Miro mis papeles regados sobre la mesa y me auto felicito porque sé que, pase lo que pase, puedo conseguir otro trabajo. Tengo listo mi currículum para buscar empleo en algún lugar que sea literatura o en algún literato.

Ya decía yo por qué iba a ganar tanto si solo eran dos días de trabajo. Mi jefe ya me había echado el ojo para enamorarme. ¡Qué descaro! Como decimos aquí, el muy perro pensó que yo era una fácil. Lo soy, pero solo con mi Alexei, con él soy todo porque lo amo y siempre ha sido así.

Elevé los brazos hacia arriba, estirando mis huesos, y miré mi móvil. Quisiera llamarlo, pero no lo haré; debe estar tratando de descansar mientras cuida a su padre. Suelto un suspiro cansado y entro al cuarto de baño a cepillarme los dientes antes de dormir.

Me despierto desganada, siento que no dormí; prácticamente solo logré cerrar los ojos por cuatro horas. Me desperezo y entro a cepillarme los dientes. Antes de bañarme, me recuesto en la cama y hago yoga; necesito despertar, aún siento los ojos pesados. Luego me ejercito un poco para estirar mi cuerpo cansado.

Al finalizar, entro a tomar una ducha que dura quince minutos. Salgo envuelta en una toalla y seco mi cabello mientras hago lo demás. Miro mi reflejo en el espejo; el conjunto blanco que me regaló Alexei es fino y me queda espectacular. Cojo mi móvil y me tomo una foto. Sonrío porque sé que le va a encantar.

Dejo de perder el tiempo y me pongo unos jeans negros, la camiseta con la insignia del colegio. Seco mi cabello con la secadora, luego la dejo suelto, me pongo mis Converse, para luego aplicarme mi perfume de Carolina Herrera. Guardo mis pinturas de labios y una sombra. Salgo de mi habitación y mamá ya está preparando el desayuno como siempre.

—Mamá, buenos días, se me hace tarde, solo tomaré jugo.

—Anashia, por esa razón estás más delgada. Duermes tarde, te levantas demasiado temprano y ni aun así quieres desayunar. —La miro con un puchero, ya me está regañando.

—Sí, tienes razón, pero si voy tarde la directora me pasará un memorando; ya me tiene advertida. Empácame un sándwich y me compro un jugo en la escuela.

Mamá niega, pero como sabía, ella ya tenía el sándwich empacado. Medio me pinto los labios y salgo corriendo a tomar la ruta que me lleva directamente a la escuela. Creo que hoy me volverá a regañar la Miss. Ni modo, a veces no logramos llegar a tiempo ni siquiera en las citas.

Subo al bus y miro la calle desde la ventana. El ambiente está movido esta mañana. Todos abren sus negocios y otros se preparan para llegar a tiempo al trabajo, igual que yo. La ciudad cobra vida lentamente, con una mezcla de sonidos y colores que me hace sentir parte de algo más grande. Observo a la gente apresurarse, algunos con caras somnolientas como la mía, otros ya inmersos en sus rutinas diarias. Me pregunto qué historias llevarán consigo.

A medida que el bus avanza, mis pensamientos vuelven a Alexei. Me pregunto si ya estará despierto, si habrá dormido bien o si ya ha desayunado. Me consuela pensar que pronto lo veré y podremos compartir un rato juntos. Mientras tanto, me concentro en el día que tengo por delante, deseando que las horas pasen rápido para poder hablar con él.

*****

Al llegar a la escuela, observo si la Miss no está cerca. Como no la veo por ningún lado, me dirijo rápidamente a mi sección, pero me detengo al escuchar a una mujer discutir con la Maestra Marcia.

—No entiendo cómo pueden tener los pupitres tan pegados. No me gusta que mi hija se siente tan cerca de los demás niños.

—Mami, ¿puedo entrar ya a mi aula?

—No, hasta que separen las sillas.

—Buenos días, señora— replico con modestia.

Bajo la mirada y veo a Luna. Esta es la madre de Luna, la esposa que no ama, mi Alexei.

—Maestra, buenos días— me saluda la niña. La mujer, que parece ser su madre, me mira de arriba a abajo.

—Usted es la otra maestra.

—Así es. ¿Cuál es su incomodidad con las sillas?

Ella me mira fijamente, luego suelta a la niña y le dice que entre.

—Hola, soy la madre de Luna Cervantes, Natalia Cervantes. Es un gusto— se presenta estrechando su mano hacia mí, y como soy amable, se la tomo. Pero más madre, parece la niñera que viene casi siempre con la nena.

—Mi nombre es Anashia, mucho gusto.

No, mija, no es gusto, pero me tengo que aguantar. Miro su vientre y se ve grande. Trato de disimular mi molestia.

—Bueno, Maestras, la semana pasada no pude traer a la niña. No me encuentro bien, ya que el embarazo me tiene agotada y mi marido está en un viaje de negocios. Mientras tanto, estaré trayendo a la niña cuando pueda. Por favor, no deje que se agite.

—Tranquila, señora. A ella le gusta jugar, pero no dejaré que se agite. Que tenga un lindo día.

La madre de Luna me miró fijamente. Le sonrió falsamente y sé que ella también. Se ve que es una mujer amargada y odiosa.

—Me voy.

—Que le vaya bonito— digo irónicamente. Cuando veo que se aleja, dejo de sonreír.

—Maestra Anashia, esa mujer es rara y amargada. Al venir, ni siquiera saludó y empezó a hablar molesta — comenta la Maestra Marcia.

Vaya, con razón Alexei nunca se enamoró de ella. Debe ser una amargada.

—Quizá el embarazo la tiene así, ¿no lo crees? — Nos echamos a reír sin ser escandalosas.

—Tiene razón.

—Vamos a empezar. Si la directora viene, nos va a levantar en el aire — comento entrando a la sección. Miro a Luna y ella está triste. Me acerco y le doy un abrazo.— ¿Todo bien, pequeña? — Ella niega, triste.

—Extraño a mi papi. Ya quiero que venga de su viaje.

Yo también lo extraño tanto. La abrazo mientras llora. Sinceramente, me da tanto pesar.

—Seguramente pronto vendrá. Pero tienes a tu mamá cerca — ella niega limpiando sus ojitos.

—Mami no me abraza, mami no me quiere. De todo me regaña. Ella dice que yo de todo me quejo y que mucho la molesto cuando está descansando o cuando está ocupada y ella siempre pasa ocupada.

Niego y dejo un besito en su mejilla. ¿Cómo una madre puede comportarse de esa manera con una criatura tan indefensa? Es para darle unos buenos golpes. Claro, cuando tenga al bebé. No puedo imaginar que existan madres que ni siquiera le den amor a sus hijos.

—Todo va a estar bien, Luna. Seguramente pronto vendrá tu papá. Mientras tanto, aquí estamos nosotras para cuidarte — le digo, tratando de consolarla.

La Amante.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora