《Alexei》
¿Qué pretendían estos dos?
Rápidamente le dije a uno de los oficiales que llamara a una ambulancia; no podía seguir viendo cómo Anashia estaba sangrando y había quedado desmayada. Igual Sebastián, pero él aún seguía con los ojos abiertos. Quería acercarme a ellos, pero tenía miedo de que ese loco de William disparara a mi hija, la estaba apuntando. Esto se estaba saliendo de control.
—¿Crees que vas a matar a mi hija? Primero te mataré a ti, maldito—Vociferó Natalia.
William empezó a reírse como un demente y comenzó a discutir con Natalia. Mientras tanto, empezamos a hacer un plan para rescatar a mi hija y encarcelar a estos dos. Le hice señas a uno de los oficiales para que se acercara detrás de Natalia; sin embargo, no imaginé que Natalia empezara a elevar el arma y apuntar a William.
Natalia empezó a dispararle a William. William le disparó también, pero no alcanzó a Natalia. Sin embargo, ella siguió disparándole hasta que William cayó al suelo. En ese momento, el oficial atrapó a Natalia y logré ir hacia mi hija para rescatarla de las manos de esa loca.
—¡Papá, papá! —gritó Luna, mientras la cargaba. Luna estaba llorando. En ese momento, agarré la mano de Luna y me acerqué a Anashia.
—Anashia todavía tiene pulso —dijo Sebastián, que se veía distorsionado—. Ayúdala, por favor. No permitas que nada malo le suceda.
—No te preocupes, ya mandé a traer una ambulancia. Nos iremos pronto. No puedo moverlos.
—Por favor, meta a esa mujer a la cárcel. Tengo miedo de que vuelva a hacerle daño a Anashia al niño o a tu hija.
—No te preocupes, Sebastián.
Veo a Natalia, riendo como una loca, fue detenida por los oficiales. Se fijaron en el cuerpo de William y confirmaron que había muerto.
Cuando la ambulancia llegó, trasladaron a Anashia y a Sebastián. Entré con ellos y les pedí a los detectives que se llevaran a Natalia a la cárcel. Luego iría yo a hacer la denuncia. Recogieron el cuerpo sin vida de William y lo pusieron en el auto. Durante el trayecto, pude ver la palidez de Anashia; su rostro ya estaba frío. A Sebastián le habían administrado un calmante, por lo que, por suerte, seguía vivo. Y gracias a Dios, mi hija, aunque asustada, también lo estaba. Estaba sentada a un lado, observándome, al amor de mi vida, me dolía ver todo esto. Él culpable de su desdicha fue mía, por casarme con una desquiciada la mujer de mi vida esta sufriendo las consecuencias al ser secuestrada por ellos dos.
Cuando llegamos al hospital, rápidamente los médicos se llevaron a emergencia a los dos. En ese momento aparecieron los padres de Sebastián y la madre de Anashia la cual lucía preocupada. Me acerqué a ella y le dije que no se preocupara. Tomé al niño en mis brazos; el pequeño no sabía nada de lo que ocurría. Luna se me acercó y quedó viendo al niño.
—Él es tu hermanito, hija.
—Está muy lindo, se parece a ti, papá. Pero no soy tu hija, soy tu hermanita —niego besando su mejilla.
—No digas eso. Eres mi hija legalmente, así que nunca vuelvas a decir eso.
—Papá, mi nana Karla. Mi madre la tenía encerrada.
—¿Tu nana está encerrada?
—Sí, papá. No te pudo decir nada por miedo, pero debes rescatarla.
—Dios mío, qué mujer más mala —expresó la madre de Anashia.
Le entregué el niño y le dije:
—Señora, por favor, esté un rato con mi hija. Voy a la comisaría.
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La Amante.
RomanceAnashia creía que ser la otra sería una ventaja para dejar atrás las inseguridades de su pasado, pero aún no estaba segura de querer ser el segundo plato. Ser la amante es como ser un diamante oculto, difícil de exhibir.