《Alexei》
Después de despedirme de Anashia con un momento apasionado único de recordar, y con el corazón roto, decidí regresar a la mansión, no tengo idea qué hacer, he perdido al amor de mi vida, pero no tengo planeado perder a mi hija, eso si jamás. Al llegar, encontré a mi pequeña hija entre lágrimas, con uno de sus bracitos lastimado. Mi corazón se detuvo y, sin saber qué había pasado, me acerqué a Karla quien la tenía en sus brazos. Mire a Natalia para obtener respuestas, pero ella solo me miraba sin ninguna pizca de lástima.
-¿Qué ha pasado aquí? -les pregunté, desesperado.
Karla evitó mi mirada mientras Natalia intentaba calmar a la niña diciéndole que se callara.
-Se cayó de las escaleras respondió Natalia, con voz aburrida-. Fue un accidente y yo no tuve nada que ver. -Comento como si nada.
-Ella cayó de las escaleras fue en la cuarta escalera.
No podía creer lo que estaba escuchando. Rápidamente, llevé a mi hija al hospital. Después de algunas radiografías, el médico nos explicó que necesitaba ver a un terapeuta debido a las heridas en su brazo y pie.
-No es nada grave, pero necesita atención y reposo -dijo el médico, tranquilizándonos.
Cuando el médico salió del cuarto de recuperación, mire a mi pequeña la cual me miraba fijamente.
-Cariños como sucedió.
-No me dejes papi, no quiero que te vayas y me dejes con mi mami. -La abracé fuertemente sintiendo un horrible nudo en mi estómago.
-Jamás cariño. No te dejaré con ella. -Mi pequeña dejo de llorar y me abrazó aún más fuerte.
Apenas salimos del hospital, encaré a Natalia.
-¿Qué clase de madre eres? ¡Esto no debería haber pasado! -le reproché, mi voz llena de ira y frustración.
Natalia, visiblemente molesta, sacó un documento y me lo mostró.
-Esta es una orden judicial -dijo con frialdad-. Tengo la custodia de nuestra hija. Estamos divorciados, Alexei, así que no te metas en mis asuntos. La niña se cayó, ni que fuera que rodo por todas las escaleras, además no fue mi culpa. Yo solo le dije que me la llevaré a los ángeles. Luna se queda conmigo.
Sus palabras me golpearon como un mazazo. Me sentía impotente, sin saber qué hacer. Miré el acta en la que definitivamente decía que yo no tenía derecho de paternidad...
Al llegar a casa deje a mi pequeña dormida, para luego entrar a mi habitación y tratar de descansar. El día fue agotado y sobre todo sorpresivo.
Pasé semanas sumido en la tristeza y la desesperación, llorando por la situación y por no poder estar con mi hija como quería. Sin embargo, no dejé que Natalia se interpusiera entre mi hija y yo. Me quedé junto a ellas, a pesar del divorcio. Tuve que aceptar su maldito chantaje, no tenía de otra.
-Me quedaré a tu lado por nuestra hija, por nadie más -le dije firmemente a Natalia.
Finalmente, ella me pidió que regresara a Los Ángeles con ellas. Acepté, no por Natalia, sino por Luna, para asegurarme de que estaría bien.
《TRES AÑOS DESPUÉS》
Había pasado los últimos tres años sumido en la empresa junto a mi hermano, mientras Natalia se quedaba en la casa de sus padres. Luna, nuestra hija, había crecido mucho; ahora era una niña de casi doce años.
Mi hija estos últimos años a crecido observando cómo Natalia y yo, hemos estado peleando día y noche, todo esto afectó profundamente a Luna, quien empezó a tener problemas de ansiedad y se volvió un poco problemática en la escuela.
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La Amante.
Любовные романыAnashia creía que ser la otra sería una ventaja para dejar atrás las inseguridades de su pasado, pero aún no estaba segura de querer ser el segundo plato. Ser la amante es como ser un diamante oculto, difícil de exhibir.