♡ Capitulo 50

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《Narra Natalia》

Estaba a punto de comerme las uñas cuando me di cuenta de que Alexis había descubierto casi todas mis infidelidades con William y su amigo Miguel… esos recuerdos de años atrás comenzaron a abrumarme. Suspiré profundamente, mirando el diario en mis manos, un diario que contenía todas mis fechorías. Decidí romper página por página y quemarlas. Tenía miedo de ser descubierta, de que Alexei supiera que Luna era hija de su padre, y en otras palabras, su hermana menor.

Por eso, chantajeé al padre de Alexei en aquel entonces. ¿Cómo olvidar aquellos días cuando iba de visita a su casa, tratando de conquistar a Alexei? Hacía de todo, incluso me hice amiga de la madre de Alexei. Pero su padre era tan morboso. Lo primero que me dijo fue:

—Si tanto deseas a mi hijo, primero tienes que pasar por mí. Hablé con Minerva para que te cases con él. Ella está dispuesta, pero debes hacer lo posible por engatusar a mi hijo, para que caiga en tus manos. Alexei no es cualquier hombre. Vino de Nicaragua, enamorado de una mujer de clase baja que no es de su estatus social. No puedo permitir que regrese a ella. Debe quedarse aquí, ayudándome en la empresa. Tú eres la mejor opción.

Rozando su ropa, me acerqué coqueta, dispuesta a hacer todo por tener el dinero y el amor de Alexei.

—Haga lo que quiera conmigo, señor Servantes —le dije con determinación.

Y así pasaron los días y los meses. Una vez me enteré de que estaba embarazada, hice lo posible por engatusar a Alexei. Lo dejé tomado y lo llevé a mi recámara para acostarme con él. Sin embargo, sabía que ese bebé no era de Alexei. Con el tiempo, decidí hacerle unos exámenes a Alexis, ya que él no lograba terminar dentro de mí. Incluso Alexis sospechaba de ello, así que llevé su semen para hacer pruebas y descubrí que él no podía tener hijos.

A pesar de todo, iba a hacer lo posible para que Alexei creyera que el embarazo era suyo. Cuando se dio cuenta de que estaba embarazada, el decidió casarse conmigo. No iba a permitir que un hijo suyo anduviera por el mundo sin un padre.

El idiota aceptó casarse por complacer a sus padres, especialmente a su madre, quien insistía en que yo sería una buena mujer para él.

En mi mente, intentaba convencerme de que estaba haciendo lo correcto. Intentaba consumir su alma, mientras pensaba en todas las mentiras que había tejido.


El embarazo avanzaba, y en lugar de sentirme más conectada con Alexei, cada día nos distanciábamos más. Él apenas me tocaba, su desinterés se hacía evidente con cada noche en silencio. Mientras tanto, don Rolando, su padre, me ofrecía una atención que me faltaba. No sé en qué momento comenzó, pero me encontraba buscando cualquier excusa para estar cerca de él. Era extraño, en mi estado, con mi vientre abultado, pero mi deseo no mermaba. Quizás era la necesidad de sentirme deseada, amada, aunque fuera de una manera retorcida.

Nos encontrábamos a escondidas, aprovechando cualquier momento. No me importaba el riesgo, ni el juicio que pudiera venir si alguien nos descubría. Estaba dispuesta a todo por mantener mi estatus como esposa de Alexei. Hacía cualquier cosa que se me pidiera, cualquier cosa que demostrara mi dedicación y compromiso a esta familia.

Un día, mientras don Rolando y yo nos encontrábamos en el despacho, la puerta se abrió de repente.
Todo sucedió en un instante. La Señora Minerva aún en tratamiento por su leucemia avanzada, se sorprendió al vernos desnudos teniendo sexo sobre el escritorio. Fue un momento desgarrador

Ahí estaba ella, con una expresión de horror en su rostro.
Me quedé paralizada, viendo cómo la madre de Alexei intentaba asimilar lo que acababa de presenciar.

Nunca olvidaré ese día, la señora Minerva, descubrió mi relación con su esposo.
Fue una tarde terrible. Entró al despacho mientras estábamos juntos y empezó a gritarme, su voz llena de odio y repulsión.

—¡Eres un asco de mujer! ¿Cómo es posible que estés teniendo intimidad con el padre de tu esposo? ¡Cómo permití que mi hijo se casara con una fichita como tú! ¡Eres una desalmada, una asquerosa!

Rolando intentó calmarla.

—Cálmate, solo trata de no pensar en lo que viste. No ves que tú ya no me puedes complacer. Estás vieja. Por lo menos Natalia es una mujer hermosa, fogosa. Tú ya no me sirves en la cama. ¿Para qué voy a estar sufriendo tanto tiempo?

—¡Eres un asqueroso!—le gritó ella, fuera de sí.

Intenté intervenir.

—Cálmese, señora. Solo fue un momento de complacencia, ya no va a pasar nada. Y usted debe quedarse calladita porque si su hijo se da cuenta, va a ser más devastador para él. ¿No cree?

—¡Eres una maldita!— me gritó, fuera de control. —No me digas que ese hijo no de Alexei, porque eso sí sería lo peor.

—No, no lo es— respondí burlona —resulta que este hijo es de su amado esposo.

La pobre señora se desplomó en el suelo, presa de un ataque al corazón. Mientras intentaba pedir ayuda para que le dieran sus medicamentos, Rolando y yo la mirábamos sin hacer nada. Finalmente, ella cayó al suelo, muerta. Me quedé asustada e impactada. Rolando solo me pidió que me alejara, que me pusiera la ropa y me fuera rápidamente.

Salí del despacho corriendo a toda prisa, tratando de asimilar lo que acababa de suceder. Dejé a su esposa junto a él, que él resolviera sus malditos problemas. Más tarde, Alexei no podía entender cómo su madre había muerto, si estaba bien con sus tratamientos. Su padre le dijo que la encontró muerta sobre la cama, sujetando sus pastillas. Pero todo era una farsa, una maldita farsa. Ella murió al vernos en ese acto deshonesto.

Con el tiempo, no quería estar más allí, así que le dije a Alexei que debíamos mudarnos, ya que habíamos formado una familia. Sin embargo, Alexei se negó, diciendo que nunca se alejaría de su padre, ya que lo necesitaba. Tuve que seguir allí, aguantando su cercanía.


Al pasar los años la nena se parecía más a su hermano que su verdadero padre, por surte mía. De esa manera puede atarlo a mi lado, luego, sin embargo nunca tuve su atención, al nacer Luna el estaba mas fascinado de ella que ni siquiera quería tenerme cerca, el estúpido no me prestaba atención, por lo que me involucre con su primo, quedando embarazada y quise seducirlo y lo logre drogándolo para que crea que el hijo que esperaba era de él.

Pero al pasar los meses el se alejaban más y más y no tenia opción. Tenía que seguir aguantándome porque lo amaba sin importarme nada. Y lo peor se vino a encontrar con su amante.

Aquel día, llame con una video llamada a mi suegro de mi otro número  y le dije todo el comportamiento de su hijo y el divorcio e incluso lo amenacé que me diera mucho dinero si el no quería que Alexei supiera la verdad de su traición y la mía si no me mandaba una buena cantidad de dinero, y que le convenciera en no dejarme, si no me ayudaba le contaría a su hijo que él fue el culpable de la muerte de su madre y que Luna era su hermana, no su hija. Pero antes de que pudiera hacerlo, al viejo le dio un infarto y rápidamente colgué la video llamada y desapareció ese móvil. Nunca nadie supo que fue por mi causa.

Desde entonces, he tratado de actuar indiferente, pero por dentro, el recuerdo de esa tarde sigue atormentándome.

Mis pensamientos eran un torbellino de culpa y justificaciones. ¿Cómo había llegado hasta aquí? Pero en lugar de enfrentar la realidad, negué todo vehementemente. Negué cada encuentro furtivo, cada caricia prohibida, alejando esos pensamientos turbios que aún rondaban en mi mente.

Con el tiempo, aprendí a bloquear esos recuerdos, a enterrarlos en lo más profundo de mi ser. Pero la culpa y la vergüenza nunca desaparecieron del todo. Sabía que había cruzado una línea que no debía, y aunque intentaba seguir adelante, el peso de mis acciones siempre estaba ahí, acechando en las sombras de mi conciencia.

Y aún no me arrepentía de mis actos y eso que planeaba hacer todo para que Alexei nunca me dejara el es mío y no será de nadie mas. Era capaz hasta de matar a mi propia hija y a Anashia si era necesario … lo sé resulta que estoy enferma pero de amor.


La Amante.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora