Narra Natalia.
Tenía que fingir ser una buena madre para Luna, mientras Alexei no estaba. Me era difícil amar a mi propia hija. Sin embargo, el único culpable de mi desdicha es Alexei. Prefirió amar a su hija antes que a mí. Por otro lado, siempre amó a esa mujer del pasado, a la que jamás conocí y con la que seguramente pasa las noches cuando no llega a Casa. Se que está ansioso por el divorcio, pero lo que él no se imagina es lo que le espera. Cuando llegue el momento del divorcio, sé que querrá la custodia de Luna, pero será sobre mi cadáver. Si quiere estar con Luna, tendrá que estar a mi lado. No pienso dejarle a mi hija si se va a alejar. Por ahora haré que crea que todo está bien. Las aguas están calmadas, pero cuando llegue el momento, la tormenta comenzará para Alexei y su amante fantasma. Quizás piensa que me he rendido. Lo que le espera será fatal, se quedará conmigo quiera o no.
Suspiro profundamente y dejo mis malos pensamientos hacia mi estúpido esposo.
—¿Qué tanta maldad estás creando en tu cerebro, querida? —Levanto la mirada al verlo mientras sirve dos copas de vino. Se acerca, deja las copas sobre la mesita de noche y besa mis labios. Río una y otra vez al sentir sus besos bajar por mi abultado vientre. Sus manos juegan con mis senos hinchados, siento que estoy mirando las estrellas.
—Me encanta todo lo que me haces.
—Te encantaría que yo fuera Alexei, ¿verdad?
Niego, mordiendo mi labio, cuando me penetra más fuerte. De repente, mi mente va hacia Alexei. Siento como si fuera él: sus ojos hermosos, su cuerpo bien trabajado. Siento que subo hacia la galaxia mientras él levanta mis piernas.
—Me encanta tu gesto mientras estoy dentro de ti.
Grito al sentir que llego a mi clímax. Abro los ojos y la realidad me golpea. No es mi marido.
—¿Decepcionada? —se burla William, levantándose para tomar su copa de vino.
—No, tranquilo, sabes muy bien que me encantas.
William me pasó el vino y brindamos, chocando las copas. Me levanté de la cama y me senté en el borde. Ya no soportaba mi abultado vientre. Quería desaparecer a este bebé, aquel entonces que rode por la escalera queri que ese momento, mi bastardo hubiera desaparecido y hacer que Alexei se sintiera culpable, pero mi embarazo no ayudaba. Estaba a punto de volverme loca; aún me faltaban dos meses.
—Creo que mi hijo se emocionó cuando su padre invadió a su madre —Menciona William, lo mire con desdén.
William se encogió de hombros riendo.
—¿Por qué suenas tan sarcástico?—Cuestione molesta y luego agregó —No es tu hijo, es de Alexei.
William soltó una risa irónica antes de añadir:
—Tú más que nadie sabes que mi primo no puede tener hijos. ¿Recuerdas el examen que se hizo? Tú misma me pediste que recogiera sus resultados clínicos.
Lo miré molesta por sacar ese tema. Era verdad. Recuerdo que Alexei se había sometido a varios exámenes y la noche que me acosté con él, cuando le hice tomar de mas, nunca me embarazó. Le pedí que se hiciera más exámenes y resultó que no podía tener hijos, es decir, era estéril. Sin embargo, ese informe nunca llegó a sus manos. Sólo le dije que todo había salido bien. Él quiso saber por qué le pedí que se hiciera esos exámenes, y en ese entonces no sabía qué decirle.
—No quiero hablar de ese tema. Debo irme, tengo que ir por la mocosa. Le dije a la niñera que se la llevara al parque cerca de la casa, mientras yo llegaba.
—Está bien, ve por tu hija. Eres mala madre, ¿sabes? ¿Por qué le dices "mocosa"?
Arrugué la frente y preferí no responderle. Pero luego le pregunto.
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La Amante.
RomanceAnashia creía que ser la otra sería una ventaja para dejar atrás las inseguridades de su pasado, pero aún no estaba segura de querer ser el segundo plato. Ser la amante es como ser un diamante oculto, difícil de exhibir.