Anashia
Estaba desesperada cuando el médico abrió el sobre quedando en silencio sin decirme absolutamente nada. Mis nervios estaban a flor de piel cuando empezó a leer en voz alta.
—Lamento darle esta noticia, señorita. Desgraciadamente, su madre tiene cáncer de Gástrico y está en la fase 1, en etapa inicial.
Quedo estupefacta al escuchar lo que me notifica el médico.
—Como, doctor me puede explicar, que es eso— Pregunto sintiendo miles de cosas. El doctor asintió para luego Explicarme.
—El cáncer de estómago también se conoce como cáncer gástrico. Es una enfermedad en la cual células malignas (cancerosas) se forman en el revestimiento del estómago. Este tipo de cáncer puede desarrollarse en cualquier parte del estómago y puede propagarse a otros órganos, especialmente el esófago, el hígado, los pulmones y los ganglios linfáticos.
¿Qué era eso que estaba escuchando? Mis manos empezaron a sudar y mis pies a picotear. ¿Cómo era eso posible?
—No, esto es una maldita broma.
—Señorita, su madre necesita empezar su tratamiento urgentemente.
Asentí con un horrible nudo en la garganta. Después de que el médico me dio las indicaciones para empezar la quimioterapia, salí del consultorio tratando de huir de la sala de espera. ¿Sería esto una maldita broma que la vida me estaba jugando sin darme cuenta?
¿Qué estoy pagando? ¿Cómo fue que sucedió esto? Nunca entendí, desde que era joven, por qué la vida se empeñaba en hacerme sentir tan miserable. Pensé que lo de ayer era suficiente con tantas cosas en mi vida, y ahora veo los resultados del examen de mi madre y siento que mi corazón se hace añicos.
Apreté con fuerza el sobre contra mi pecho y me puse a llorar, sintiendo que mi alma se desgarraba por dentro. Esto es lo más horrible que me puede pasar. ¿Cómo es posible que mi madre tenga cáncer de estómago? Esto es inaudito. Estoy pagando todos mis pecados, uno a uno, sin darme cuenta. La persona que más amo, mi madre, tiene una enfermedad terminal.
Lloro amargamente. Quisiera gritar como una loca por este dolor en mi interior. Pobre mi madre, ¿cómo tomará esta noticia tan difícil?
—Hola de nuevo —susurra una vocecita débil. Abro los ojos y veo a la pequeña niña. Ella luce aún más demacrada de lo normal. La pequeña se me acercó y me limpió las mejillas.
—¿Cómo estás, pequeña? —le pregunto, acariciando su mejilla.
—Sobrellevándola. Tú estás muy triste; seguramente recibiste una mala noticia. Mi mamá llora al igual que tú, todos los días.
Asentí, limpiando mis mejillas.
—Hija, ¿qué haces acá? Debes estar adentro; acabas de pasar tu terapia —dice la señora que aparentemente es la madre de la pequeña. Rápidamente me levanté del banquillo y saludé a la señora.
—Hola señora, estábamos charlando. Su hija es una niña muy sabia y dulce.
La señora sonríe débilmente. Busqué en mi billetera el dinero que me dio Alexei, era quizás más de 500 dólares y sé que ella lo necesitará. Sé que yo igual, sin embargo, quisiera compartirlo. Saqué la mitad de los dólares y se los entregué a la mamá de la pequeña. Ella se niega, pero le digo que no se preocupe, que es un dinero legal y viene de las manos de un buen hombre.
—Gracias muchacha, que Dios te pague este buen gesto. Espero que esas lágrimas que siguen brotando de tus ojos sean limpiadas en el nombre de Dios. Verás que tu dolor será consolado por Él —Asentí agradecida. Quería decirle lo mismo, pero mi voz se estaba quebrando por el llanto tras recibir esa desgarradora noticia que aún estába tratando de asimilar.
Al salir del hospital, me subí en un taxi dirigiéndome a casa. Busqué entre mis cosas un par de lentes de sol y me los coloqué. El chofer del taxi no dejaba de mirarme. En mi país, somos muy curiosos cuando vemos a alguien llorando o con golpes. Dejé de maquinar al ver una llamada entrante de Alexei. Respondí con el corazón hecho trizas.
—Hola Alexei.
—Anashia, necesito verte, es urgente —pide ansioso. Aclaro la voz y, con un dolor profundo, le digo:
—Alexei, no podemos hablar. Tu esposa acaba de perder a tu hijo y ella me culpa a mí. No quisiera ir a la cárcel. Imagínate qué sucederá. Matías me comentó que ella quiere refundirme en la cárcel por algo que ni siquiera tiene que ver conmigo —Bajo la voz al ver al chofer mirándome a través del retrovisor.
—Anashia, déjame resolver este lío. Lastimosamente, no había cámaras en las escaleras. Sé que no tienes la culpa y no pienso perderte. Matías es cómplice ya que segun dice que quizas la empujaste, se que no es asi, por lo que Aclararé todo. Me duele la pérdida de mi hijo y estoy seguro de que Natalia lo ha hecho a propósito. No es la primera vez que se lanza por las escaleras.
Escuchar que me crees me consuela, pero debo parar esto. Por ahora, mi madre es mi prioridad. Estar con Alexei conlleva demasiados problemas con esa mujer desalmada.
—Alexei, dame unos momentos —le digo mientras pongo la llamada en espera. Luego, le pido al chofer que me deje en el parque—. Señor, déjeme aquí, por favor.
El chofer asiente y detiene el coche. Pago la tarifa y salgo, suspirando mientras miro mi móvil. Me quedo un rato en el parque, aún en la llamada con Alexei.
—¿Ya te has desocupado, cariño? —pregunta él.
—Sí, pero Alexei, lo mejor por ahora es que no sigamos en contacto. Evitemos más problemas, por favor.
—No me pidas eso de nuevo, Anashia. No pienso dejarte por ningún motivo. Resolveré este asunto y luego te buscaré. Recuerda que te amo —declara con voz decidida. Cierro los ojos, tratando de no sentirme como una mierda. Si Alexei no se aleja, tendré que alejarlo—. Anashia, no te preocupes, cariño. Te amo.
—Yo también te amo, pero no sé qué decirte. Cuídate y espero que este asunto se resuelva.
—Haré todo lo que esté a mi disposición. No permitiré que ella salga ganando. Cuídate, hablamos luego. Te quiero mucho —menciona colgando la llamada.
Al finalizar la llamada, apago mi móvil y camino en dirección a mi casa. Nuevamente, los deseos de llorar me angustian. Al llegar, exhalo por dentro, necesitando valor para darle esta horrible noticia a mi madre.
Al entrar a la casa, la veo recostada en el sofá. Rápidamente voy hacia ella y la muevo suavemente. Al ver su respiración tranquila, me relajo. Cuando abre los ojos, toda somnolienta, la abrazo fuertemente. Ella ríe despacio y me acaricia el cabello. Empiezo a llorar de la impotencia.
—Hija mía, ¿qué tienes? ¿Por qué lloras de esa manera? —Me alejo de ella para sacar el sobre. Me da tanto miedo no saber cómo lo tomará, pero necesita saberlo porque es urgente la quimioterapia—. Anashia, hija, me asustas. Tienes los ojitos demasiado hinchados.
—Mamá, siéntate. Esto es difícil para mí y sé que lo será para ti, pero saldremos de esta —le digo, mostrándole los resultados. Ella finge una sonrisa al abrir el sobre. Lee detalladamente, se detiene y me mira fijamente, luego niega sonriendo—. Mamá, lo siento mucho...
Mi mamá me abraza fuertemente y me quebranto en sus brazos. Ella solo acaricia mi cabello y besa mi cabeza.
—Hijita, la vida es así. Solo nos toca sobrellevarla hasta donde podamos. No llores de esa manera, que me quebrantas.
—No puedo, mamá. Esto es como una daga incrustada en mi pecho —mamá asiente, limpiando mis lágrimas.
—Si es la voluntad de Dios, ¿qué podemos hacer, hija?
Niego, llorando sobre sus piernas. ¿Por qué la vida es tan injusta?
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Hola chicas, ¿cómo están? Espero que bien y que les esté gustando lo que voy escribiendo. Este capítulo me dolió en el alma, incluso lloré.
Nos leemos mañana, Dios mediante.
😞
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La Amante.
RomanceAnashia creía que ser la otra sería una ventaja para dejar atrás las inseguridades de su pasado, pero aún no estaba segura de querer ser el segundo plato. Ser la amante es como ser un diamante oculto, difícil de exhibir.