♡ Capítulo 64

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Alexei

Esta mañana ameneci ansioso de saber de Luna; por lo que marque el número de karla y de mi hija, pero ninguno respondía. Me había levantado exaltado pensando en Luna, pero sólo era una pesadilla. Aun así, insistí y marqué los números, pero nadie contestaba. —Debe ser que Karla y la niña ya están en la escuela— pensé. Decidí entonces marcar el número de Natalia, pero tampoco respondía. Solté un respiro y exhalé sofocado. ¿Qué estaba sucediendo? Siempre llamaba a mi hija a esta hora y siempre contestaba. Eso era lo que no entendía.

Decidí llamar a mi hermano para preguntarle si podía ir a ver a la niña. Él aceptó y me dijo.

—No te preocupes, Alexei. Yo te doy información. Llegaré y cualquier cosa te aviso.

—Es que no confío en Natalia. Ella me amenazó ayer diciéndome que no me dejaría ver a la niña y ahora sí estoy preocupado. Tú sabes que ella es capaz de todo Christopher.

—Lo sé, hermano. Lo sé. Déjame ver y yo te aviso.

—Okay, está bien. Gracias. Con cuidado, ¿sí?

Luego de eso, me fui al hotel para una reunión con la junta directiva. Estaba tan preocupado que no me podía concentrar. Dylan se me acercó y me preguntó:

—¿Qué sucede?—
Dylan pidió una pausa para la reunión y nuevamente me preguntó—Todo bien—niego  sofocado.

—Lo que pasa es que no sé, me he sentido muy extraño últimamente. Anoche, Natalia me amenazó y pensé que era una broma, pero lo más raro es que nadie contesta en la casa. Natalia no responde, la niñera tampoco y ni siquiera la niña contesta. Estoy esperando que mi hermano me notifique qué está sucediendo.

—Vaya, ¿qué estará pasando? —preguntó Dylan.

—Eso mismo quisiera saber yo —dije, suspirando.

—No te preocupes, solo debe ser que están ocupados.

—No lo creo, todos los días mi hija responde el teléfono. Lo que más me tiene así es que suena apagado.

—Bueno, deberíamos buscar la manera de saber qué está pasando.

En ese momento, entró una llamada de mi hermano. Le dije a Dylan que iba a contestar.

—Cristy, que averiguaste.

—Hermano, aquí solo está una empleada y afirma que Natalia le dijo que no respondiera las llamadas y que los guardias no están.

—¿Cómo que no están? —pregunté, sorprendido—. ¿No se encuentran ni Natalia, ni mi hija, ni la niñera?

—La empleada declara que no sabe nada, que Natalia le ordeno que fuera a hacer unos mandados y que regresara hoy. Cuando regresó, no había nadie, ni siquiera los guardias.

—Esto es una locura —mencione frustrado—. Por favor, entra y revisa sus cuartos.

—Ya entré y verifiqué. No hay nadie. Creo que esa loca se llevó a tu hija, como te amenazó.

—No, esa loca no puede hacer eso. Ni siquiera debería comportarse así. Si no quiere a mi hija, ¿por qué demonios me hace esto?

—¿Te vas a regresar?

—No lo se. Está raro esto... Espérame, me está entrando una llamada. Es un número desconocido.

—No me digas que Natalia está en Nicaragua.

—Aparentemente puede ser que sí. Espérame, déjame contestar.

Colgué la llamada con mi hermano y contesté.

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