♡ Capitulo 21

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Anashia

Los días habían pasado rápido, ya era sábado y me encontraba empacando unas dos mudadas. Matías,  me notificó que nos quedaríamos hasta el día siguiente, por lo que debía llevar más ropa. Quería negarme, pero apenas estaba comenzando en este trabajo y el sueldo prometía ser bueno, así que decidí no hacerlo. Por otro lado, Alexei debía entenderme; no le dije que iría a Montelimar porque eso sería molesto para él. Solo le informé que hoy tenía mucho trabajo y que me comprendiera, además de que él tenía un compromiso con los socios del hotel.

—Anashia, está listo el desayuno —exclamó mamá desde la cocina.

—Voy, Ma.

Termino de mirarme en el espejo. Luzco deslumbrante con mi blusa de botones color azul eléctrico de mangas largas, pantalón de vestir negro y tacones altos azules. Mi cabello, como siempre, está en una cola alta. Apliqué un poco de rubor y labial en tono bajo. Veo mi pequeña maleta y la tomo para salir de mi habitación, pero recuerdo que no me he echado perfume. Voy a mi ropero y me aplico un poco de perfume en esencia Paris Hilton. Ya lista, bajo a la sala para desayunar.

—Te hice un omelet, tocino, aguacate y tu café —mi madre me deja un beso en la mejilla y yo le agradezco.

—Gracias, mamá, se ve delicioso —empiezo a comer deleitada.

—Estás muy guapa y ese color te hace ver radiante —mamá me da su cumplido y yo sonrío tímida.

—Mamá, ¿a quién será que me parezco? —pregunto curiosa, ya que no me parezco a ella ni a papá. Bueno, un poco a ella.

—Te pareces a mí, hija mía.

Asiento sin decir ni una sola palabra y sigo desayunando mientras la veo perderse en la cocina.

Al finalizar mi desayuno, entro a cepillarme los dientes y nuevamente me aplico labial. Me miro una vez más en el espejo y salgo contenta. Creo que este día será muy bueno.

Mi móvil suena con una llamada entrante, veo que se trata de mi jefe y descuelgo la llamada.

—Buenos días, Anashia. Estoy frente a tu casa. ¿Estás lista?

Veo por la ventana y efectivamente está en el portón.

—Buenos días. Sí, ya estoy lista. Salgo en unos minutos —cuelgo la llamada y bajo a toda prisa. Cojo mi maletita, mi cartera y dejo un beso en la mejilla de mamá.

—Me voy, mamá. Te llamo en cuanto llegue.

Salgo de la casa y veo a Matías esperándome en su coche.

—Hola, Matías —lo saludo con una sonrisa.

—Hola, Anashia. ¿Lista para el viaje? —pregunta con entusiasmo.

—Sí, lista y emocionada —respondo, subiendo al coche, quizá al ir ahí me despeje un poco por tanto trabajo y así me concentré más en corregir y editar sus libros.

Emprendemos el viaje a Montelimar. Matías y yo conversamos animadamente sobre el trabajo y nuestros planes para el día, según el cual debo buscar el titulo del siguente libro que el planea hacer. La mañana es soleada y la carretera está despejada, lo que promete un viaje tranquilo y agradable.

Mientras viajábamos, Matías estaba hablando con alguien por el móvil, así que aproveché para admirar el paisaje. La carretera era una sinfonía de belleza natural: los verdes campos se extendían hasta donde alcanzaba la vista, salpicados aquí y allá por coloridas flores silvestres que bailaban al ritmo de la brisa matutina. A lo lejos, los majestuosos volcanes se alzaban como guardianes eternos del paisaje, sus cumbres coronadas por nubes blancas que parecían dibujadas a mano.

La Amante.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora