capitulo 37: Soy un monstruo.

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Cuando era pequeña tenía muchos sueños. Un de ellos era convertirme en una gran doctora como mi abuelo, quería salvar vidas, quería ayudar a las personas de alguna manera. Mi abuelo siempre me decía que estaba seguro de que algún día sería una gran doctora.

Luego de que el falleció, mi meta era esa, llegar a ser tan buena como el en la carrera.

Pero hoy.

Ya no tengo sueños.

Desde que me convertí en esto, en un monstruo, ya no aspiro a nada. Y es triste por que, lo único con deseo con fuerza es ser libre. Recuerdo como estudiaba cuando era niña para tener las mejores notas, como leía libros y veía documentales sobre medicina, como escuchaba a mi abuelo con atención en cada palabra que decía.

Mi sueño de ser doctora desapareció junto a mi humanidad. Por que no tendría sentido trabajar ayudando a los humanos, cuando mi existencia solo les causa sufrimiento, es contradictorio.

Mi mente se sumergía en un mar de recuerdos mientras observaba fijamente la luna. Mi única amiga, era tan patético. No se hace cuando tiempo que vivía en esta prisión, ya había perdido la cuenta, y no quería contar los años, eso me deprimiría aún mas.

La puerta de mi habitación se abrió. Pero yo seguí apoyada en la baranda de mármol del balcón.

-Akira.- Me gire completamente apoyando mi espalda en la baranda y mire fijamente a Ayato.- No deberías estar sola aquí afuera.- Dijo acercándose y tirándome de la muñeca para que lo siguiera adentro de la habitación.

Bufé y camine hasta la cama para acostarme.

-Ya ni puedo estar sola para pensar.- Me queje enojada.

El no dijo nada. Sentí como la cama se hundía a mi lado y el se recostaba y me miraba fijamente.

-Hoy yo dormiré contigo.- Dijo en un susurro.

Me acerque un poco a el.

-Tengo sed.- Dije acercando mi rostro a su cuello.

El no dijo nada, eso era suficiente para que yo clavara mis colmillos en su cuello. Un gemido de dolor salio de su boca.

Estaba incomoda, me levante sin despegar mis colmillos de su cuello y me senté sobre el para estar mas cómoda.

La sangre de Ayato era tan, adictiva como la de sus hermanos.

Cuando estuve satisfecha me separe de el y volví a recostarme a su lado. Sentí su mano en mi cintura y en un parpadeo ahora el estaba sentado sobre mi.

-Es mi turno.- Dijo acercando sus labios a los míos.- Hace mucho que no hacía esto.- Dijo clavando sus colmillos en mi labio inferior.

Un gemido de dolor salio de mi boca. El succiono con mas fuerza y yo comencé a sentirme un poco débil.

Se separo de mi, y sus ojos se encontraron con los míos.

-Eres tan hermosa con esa expresión de dolor en tu rostro.- Dijo acariciando mi mejilla con su mano derecha.- Quiero hacerte mía Akira, quiero ser el primero.- Dijo acariciando mi abdomen con su mano derecha.

-No.- Dije empujándolo con fuerza.- No estoy preparada para algo como eso.- Dije cubriéndome con las frazadas y dándole la espalda.

Sentí como las frazadas se levantaban y el se acostaba detrás mio y pegada su pecho a mi espalda y me envolvía en sus brazos.

-Si no soy el primero, te castigare.- Susurro en mi oído.- Sentirás el dolor del placer.-Dijo lamiendo mi cuello.- Se que lo deseas, tira tu orgullo a la basura y admítelo, déjate llevar.- Sus manos comenzaron a acariciar mi abdomen por debajo de mi remera y sentí una oleada de calor recorrer mi cuerpo.

Después de Yui [D.L] (EDITANDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora