Yutyrannus ¿habitante de páramos helados?

7 1 0
                                    

Noreste de China, 125 millones de años atrás.

Son alrededor de las siete y media de la mañana, el sol está saliendo, cubriendo el horizonte con un cielo levemente morado, las montañas y volcanes, tan lejanos y tan gigantescos, son los primeros en recibir los rayos del naciente día.

Bajando a las montañas, se encontraba un bosque inundable, con Coníferas, plantas con flores, helechos cicadas y equisetos, flora tropical y húmeda, muy lejos de los ambientes gélidos en los que suele ser representado el Yutyrannus, sin embargo, no era un paraíso tropical, debido a la posición tan boreal de Asia, este lugar poseía estaciones, con inviernos fríos y secos (y posiblemente incendios forestales) y veranos cálidos y húmedos donde la vida vegetal podría crecer exhuberantemente cerca de los lagos de agua dulce.

En este fértil bosque, habita un Yutyrannus, un macho de 10 años que aún no ha desarrollado su coloración vistosa, su cuerpo no está preparado todavía para tener y cuidar una familia, se independizó de sus padres hace 2 años y ahora vive aquí, los herbívoros son abundantes y hay pocos ejemplares de su especie presentes en el bosque que le hagan competencia.

Sin embargo, ahora no piensa en comer, hace unas horas logro cazar un desprevenido Caudipteryx y con el estómago lleno se dispuso a dormir. No tiene una guarida fija por lo que a menudo duerme en sitios aleatorios, eso si, siempre procura dormir lejos del agua, es una enseñanza aprendida de sus padres, hay ocasiones donde los terremotos, sacuden el bosque, liberando las burbujas de Co2 atrapadas bajo los lagos, sus progenitores vivieron lo suficiente para enseñarle dicho conocimiento a su progenie quien se despierta asustado por el retumbar de la tierra.

 No tiene una guarida fija por lo que a menudo duerme en sitios aleatorios, eso si, siempre procura dormir lejos del agua, es una enseñanza aprendida de sus padres, hay ocasiones donde los terremotos, sacuden el bosque, liberando las burbujas de C...

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

No es un terremoto, es una pequeña familia de Dongbeititanes, su tamaño y pesos son indescriptibles... principalmente porque sus restos son fragmentarios y cualquier estimación sería especulativa, de lo que podemos estar seguros es que eran más grandes que Yutyrannus.

El macho descolorido eriza las plumas y comienza a emitir graves sonidos guturales, no los quiere cazar, los quiere lejos de su vista, para dos saurópodos adultos, su intimidación es poco seria y no le dan importancia, lo superan en número y fuerza, pero el pequeño, que se ha unido al igualmente pequeño rebaño esta aterrorizado, estar tan cerca de un depredador lo pone muy nervioso, el chapoteo asustadizo del joven saurópodo le hace dar cuenta al Yutyrannus que estaba durmiendo cerca del lago.

Cuando se da cuenta, se sobresalta y corre a buscar un terreno más alto y deja a los titanosaurios deambular en paz. La vida salvaje no requiere solo adaptaciones corporales, sino también conductuales, a lo largo de innumerables generaciones, el lago ha soltado nieblas más pesadas que el aire que han acabado con todo aquel lo bastante pequeño para respirar su aire, esto no paso desapercibido para los Yutys, quienes aprendieron que podían tener una comida gratis siempre y cuando evitaran respirar la niebla y fueran pacientes, este conductismo positivo fue bastante tardado, ya que los terremotos no ocurren el mismo día todos los años ni en el mismo horario así como también, no todos los Yutys vivían cerca de lagos profundos de los que emergiera la niebla.

De hecho, el padre de nuestro joven macho, le gano este territorio a un Yutyrannus invasor de las tierras altas que no estaba al tanto de la niebla venenosa y que en su desconocimiento encontró su fin mientras dormía cerca del lago, una costumbre que puede marcar la diferencia entre la vida y la muerte.

Relatos del FanerozoicoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora