El amigo del Deinocheirus

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Adolorido por los achaques de la edad, el anciano Deinocheirus se sumerge de nuevo en el estanque. Su mente no entiende por qué, pero sabe que al entrar al agua, sus dolores se alivian. Está solo.

Posiblemente sea uno de los ejemplares más longevos de toda su especie. No es imposible, pero sí raro que lleguen hasta la senectud. Lo que una vez lo salvó de los depredadores y lo mantuvo con vida como una buena pareja potencial, ahora se vuelve en su contra y lo hace una presa fácil al haber superado su fecha de fertilidad.

Pero el terco anciano no se dará por vencido tan fácilmente. A veces va al estanque no para alimentarse, sino para relajarse. Puede pasar horas allí, solo para que sus músculos agarrotados se distiendan. Incluso ha llegado a quedarse dormido de pie, como sucedió en esta ocasión.

Un leve movimiento puso rápidamente en marcha su conciencia, aún algo atontado por la siesta. Mueve sus ojos para encontrar la respuesta: un pajarrillo se había posado en una de sus garras.

Una versión más joven de él habría tratado de engullir al pequeño avialae, o al menos espantarlo, pero el ave seguía ahí

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Una versión más joven de él habría tratado de engullir al pequeño avialae, o al menos espantarlo, pero el ave seguía ahí. La mole de 11 metros cubierta de un plumaje marrón teñido de verde era prácticamente indistinguible de un pedazo de tierra cubierta de vegetación embarrada. Tal vez era por eso que el ave no se había dado cuenta de su presencia.

El anciano Deinocheirus no hizo nada, solo disfrutó la delicadeza del momento. Eventualmente el pajarrillo se fue y el anciano continuo con su rutina diaria, de vez en cuando una parvada de estas pequeñas aves se acercaba para quitarle los parásitos (que con su avanzada edad y cuestionable higiene no eran pocos)

 Eventualmente el pajarrillo se fue y el anciano continuo con su rutina diaria, de vez en cuando una parvada de estas pequeñas aves se acercaba para quitarle los parásitos (que con su avanzada edad y cuestionable higiene no eran pocos)

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Era una relación benéfica para ambos, nada se atrevía a molestar a un Deinocheirus y menos a ESTE Deinocheirus y a cambio este recibía una sesión de despulgue.

El acicalamiento no podía hacer milagros pero si contribuía a que el adolorido ejemplar pudiera sobrellevar mejor las dolencias producto de su edad.

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