India, hace 66 millones de años.
Nos encontramos en la Formación Lameta, un futuro yacimiento de fósiles cubierto de basalto. Esta roca proviene de las constantes erupciones volcánicas de las Trampas del Deccan. Mientras un volcán surge en el límite de dos placas de diferente densidad o de un punto caliente en el océano como la Triple C Manda, las Trampas del Deccan son fisuras en la corteza por las que asciende la lava, quemando todo a su paso. Para los residentes, la vida aquí es aún más difícil que en el resto del globo.
Pero aún así, encontramos a gigantes. Un pequeño rebaño de Jainosaurus, un saurópodo titanosaurido, merodea entre los campos de ceniza. Sus padres vinieron hace muchos años a depositar sus huevos para aprovechar que el calor del interior de la mismísima tierra funcione como una incubadora. Desde el momento en el que son concebidos, viven como entidades primordiales, pero estos jóvenes ya no son bebés. Viajan por la zona en busca de alimento. Las fisuras volcánicas provocarán incendios y contaminarán el aire, pero fertilizan las inmediaciones con una rica ceniza volcánica que la vegetación aprovecha gustosa.
Quien más aprovecha de este entorno es el Rahiolisaurus, un abelisaurido de 6 a 8 metros de largo y 2 toneladas de peso. Podrá parecer insignificante y poco interesante, pero este animal tiene una fuerza de mordida similar a la del Allosaurus, con sus brazos más atrofiados y su masiva cabeza. El Rahiolisaurus es un cazador formidable. Tiene su hogar en lo que un día será llamado el valle del río Narmada, un lugar boscoso donde las cicadas, coníferas y hasta la inesperada Araucaria eran el pan de cada día para los titanosaurios, el último remanente de los gigantes del Jurásico. La razón por la que nuestro mahunjasaurino amigo se alejó de su hogar es por los Jainosaurus jóvenes. Ese grupito aún no encuentra una manada de adultos, por lo que están indefensos. Sin embargo, continúa siendo cauteloso, por más jóvenes e inexpertos que sean, superan en número y masa al Rahiolisaurus. Un error y será comida de madtsoias.
Los grandes terópodos no son caracterizados precisamente por su intelecto, pero no impide que de vez en cuando tengan grandiosas ideas. Los abelisauridos, además de un buen sentido del olfato, cuentan con un oído nada mal equipado. El Rahiolisaurus escucha con atención los estruendos del mundo, moviéndose hacia zonas silenciosas y dirigiendo a los jóvenes hacia una trampa de lodo volcánico donde quedarán atrapados. Difícilmente lo ha planificado y más bien todo lo ha hecho sobre la marcha cuando de repente un estruendo lo alerta, revelando su posición y alertando a los saurópodos. Habiendo perdido el factor sorpresa, no le queda más que atacar. De forma sorpresiva logra separar a uno, pero ha perdido de vista el lago de barro. No tiene oportunidad contra el joven saurópodo e intenta retroceder, pero los temblores se hacen más fuertes y el suelo comienza a romperse y calentarse mientras un vapor maloliente y asfixiante comienza a ascender. Es otro episodio de erupción volcánica.
El pequeño rebaño ha podido alejarse a costa de uno de sus integrantes, dándole la espalda a la catástrofe que se está gestando bajo sus patas.
Ambos animales, asustados y mareados, fallecen en medio de la erupción. La lava y los flujos piroclásticos calcinan su carne y sus huesos, quizás ya lo hacían mientras estaban vivos y fue la causa del deceso.
Luego de la erupción, la vida retornaria y moriría, ciertamente fue un destino agridulce para los dinosaurios de la India, la mayoría ya se habían extinto para cuando impacto el meteorito a causa de la alta actividad volcánica. Episodios como estos hay trillones en toda la historia, rara vez las especies se extinguen por la competencia entre si, en la mayoría de casos suelen encontrar su fin con los cambios ambientales, a veces muy abruptos, a veces muy rápidos pero todos terminan en el mismo lugar.
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Relatos del Fanerozoico
RandomEl Sol esta muriendo y con el tambien lo hará la Tierra. Los oceanos se evaporaron y la vida se esta marchitando. Oculto en las montañas polares, donde las ultimas fuentes de agua liquida sobreviven, yace el aletargado Rinogrado Decápodo, el represe...