El Sol esta muriendo y con el tambien lo hará la Tierra.
Los oceanos se evaporaron y la vida se esta marchitando. Oculto en las montañas polares, donde las ultimas fuentes de agua liquida sobreviven, yace el aletargado Rinogrado Decápodo, el represe...
Entre la bruma del amanecer, un Astrodon enfermo se retuerce del dolor, los llantos despiertan al resto de la manada pero tambien a un visitante cuya aparición fue mas que acordada, una hembra de Acrocanthosaurus, el depredador dominante del lugar. Ante la mirada penetrante y sin alma de los titanicos saurópodos, el carnívoro se va acercando lentamente al cuerpo en agonía, aunque ella sea la cazadora apex del territorio, se acerca con nerviosismo, los Astrodon podran parecer un titanosaurido mas pero en su tierra desprenden un aura lovecraftiana, algo en su mirada vacia y sin emociones te hace sentir, temor y respeto.
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Ante la presión, la carnívora termina de una vez ante la mirada terrorífica de los familiares, por mas que parezcan gigantes gentiles, son animales muy traicioneros, un dia se quedan cerca de los cuerpos vislumbrando a los carroñeros, al siguiente los ves aplastandolos y persiguiendolos.
Los Azdarquidos sobrevuelan la zona durante horas, esperando a que los saurópodos se vayan y asi lo hacen, otros acrocantosaurios, posiblemente las crías de la hembra, van apareciendo y los saurópodos se retiran lentamentr, excepto la mayor, quien continua vigilando a la acro hembra por un rato hasta que considera que ya ha sido suficiente. La hembra de acrocantosaurio no tendra mucho inteligencia pero definitivamente recordará este dia.
No siempre es el numero el que garantiza la seguridad, muchas veces suele ser el carácter.
