Diente que Hiere debería haber sido capaz de sobreponerse a la pérdida de un puñado de huevos.
A fin de cuentas, vivía en una era salvaje. Las tasas de mortalidad infantil eran inmensas. Y, en cualquier momento de la vida, la muerte repentina estaba presente. El troodon había aprendido a vivir en un mundo así y su evolución le permitía adaptarse a él.
Pero no podía sobreponerse, ya no.Siempre había sido la más débil de su carnada. Ni siquiera habría sobrevivido a los primeros días tras la eclosión de no ser porque el azar quiso que sus hermanos fueran diezmados por un marsupial depredador. Con el tiempo había logrado sobreponerse a su debilidad física y había terminado por convertirse en una cazadora eficaz. Pero en una parte oscura de su mente seguía siendo la más débil, la criatura a la que sus hermanos robaban la comida e incluso consideraban como posibilidad para saciar su apetito.
Añadámosle a esto el lento emponzoñamiento causado por los vapores y polvos de los volcanes del oeste. Añadámosle a esto la percepción de su propia vejez. Añadámosle a esto el mazazo de la pérdida de su prole. No había podido sacarse el olor de Purga de la cabeza.
Diente que Hiere estaba inmóvil y en silencio. Ni siquiera le habría importado si hubiera conocido lo que significaba el cometa. Solo quería atrapar a Purga; eso era todo.Era una curiosa ironía que su gran inteligencia fuera precisamente la que la hubiera llevado a ello. Pertenecía a una de las pocas razas de dinosaurio lo bastante inteligentes como para volverse locos.
Todavía no había oscurecido. Purga lo sabía gracias a la luz que se colaba por la tosca entrada de su madriguera. Pero, ¿qué era el día y qué era la noche en estos tiempos extraños?
Tras pasar varias noches bañada en la luz del cometa estaba exhausta, malhumorada y hambrienta, lo mismo que su pareja, Tercero, y sus dos cachorros supervivientes. Los cachorros tenían ya casi el tamaño suficiente para cazar por sí solos, y por tanto eran peligrosos. Si no había comida suficiente, la familia, encerrada en aquella madriguera, podía recurrir al canibalismo.Los imperativos reptaron por su mente y tomó una nueva decisión. Tendría que salir, aunque supiera que no era el mejor momento, aunque la tierra estuviera llena de luz. Con paso vacilante se encaminó a la entrada.
Una vez fuera, se detuvo para escuchar. No se oían pasos que hicieran temblar la tierra. Avanzó un paso más, con el hocico arrugado y los bigotes temblando.
Una boca gigante se abrió y Purga olió a carne. El rostro del dinosaurio, con su vasto, delgado y pelado hocico, carecía por completo de la musculosa agilidad del de Purga. La cabeza de Diente que Hiere era rígida, desprovista de expresión, como la de un robot. Pero aunque no lo pareciera, todo su ser estaba concentrado en el diminuto y cálido mamífero que tenía en su poder.
Con los miembros pegados al vientre, Purga dejó de resistirse.Extrañamente, Purga, en aquel momento final, conoció una especie de paz que Diente que Hiere habría envidiado. Purga estaba ya en la madurez y tanto sus movimientos como sus pensamientos empezaban a dar señales de decadencia. Y había, a fin de cuentas, alcanzado todo lo que una criatura como ella podía aspirar a alcanzar. Había tenido hijos. Aun atrapada como estaba en la fría presa del troodon, podía captar el olor de sus cachorros en su propio pelaje. Ella moriría allí y en aquel momento, en un abrir y cerrar de ojos-pero la especie perduraría Pero algo se movió por detrás del voluminoso cuerpo del troodon, algo aún más grande, una montaña que se deslizaba en completo silencio.
Diente que hiere estaba comportándose con inaudito descuido. A Gigante no le importaban las razones. Y tampoco le importaba el pedazo de carne cálida que tenía entre las garras.
Su ataque fue veloz, silencioso y completamente salvaje, un solitario mordisco en el cuello.-Fragmento de Evolución de Stephen Baxter, (2002)
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Relatos del Fanerozoico
De TodoEl Sol esta muriendo y con el tambien lo hará la Tierra. Los oceanos se evaporaron y la vida se esta marchitando. Oculto en las montañas polares, donde las ultimas fuentes de agua liquida sobreviven, yace el aletargado Rinogrado Decápodo, el represe...