El Sol esta muriendo y con el tambien lo hará la Tierra.
Los oceanos se evaporaron y la vida se esta marchitando. Oculto en las montañas polares, donde las ultimas fuentes de agua liquida sobreviven, yace el aletargado Rinogrado Decápodo, el represe...
La noche anterior, una tormenta revolvió los mares y azoto las costas con las pobres criaturas que nadaban en las aguas, un día eran feroces monstruos marinos, al siguiente, el almuerzo de bestias terrestres.
Los cadaveres dejados por el temporal reunian a todo tipo de depredadores y carroñeros que venían a la playa por una comida facil, salada y con un hedor deliciosamente putrefacto, comida era comida. Las gaviotas y aguiluchos se agolpaban para picotear a las victimas, incluso toleraban la presencia de los marsupiales dientes de sable porque sabían que no eran lo bastante veloces para suponer un peligro.
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Pero cuando ven a esas garras falciformes tocar la arena, todos alzan vuelo, porque saben que esas cosas si los pueden alcanzar. Con un lento pero firme paso, un ave del terror se acerca al buffet, es una pequeña tortuga marina, para muchos carnívoros una delicia inaccesible, para un Lllallawavis un bocadillo rudo, su pico se abre para sujetar el cuerpo del quelonio y lo golpea contra la arena incluso dándole patadas, ciertamente una forma inexperta de abrir esa lata, un viejo macho observa desde unas rocas como el joven intenta sin éxito conseguir su comida para después rendirse y seguir buscando un desafío mas facil, es su oportunidad.
Dando largas zancadas corre a tratar de abrir esa tortuga, sabe que si quiere abrirla, necesita golpearla contra una roca, la playa ahora esta cubierta de esquirlas de hueso y carne que lanzan un poderoso hedor, hedor que nuestro joven percibe de inmediato, lo mas razonable sería dejar al anciano con su ahora ganada comida, pero el jovencito no tolera que le hayan robado a pesar de dejarlo tirado previamente, ahora que esta abierto, lo quiero comer.
Se enfrascan en una pelea peligrosa, a pesar de la diferencia de edad, ambos son machos maduros armados con picos y garras filosas, el viejo no puede permitir semejante falta de respeto y el joven quiere comer. Ambos estan tan cerca y se empujan que no pueden darse patadas como los de su clase normalmente harían, pero uno de los dos comete un error fatal, retrocede la cabeza y lanza un poderoso mordisco hacia una de las alas, los huesos del unico dedo que han retenido junto a musculo y algunas plumas se desprenden ante semejante ataque.
Al desprenderse parte del ala, el joven obtiene suficiente espacio para lanzar una patada a la base del cuello, perforando la traquea de su adversario con su garra, ambos machos están heridos pero es el viejo quien se retira en busca de un abrevadero mientras se desangra poco a poco, no sobrevivirá a la noche, el joven por otro lado se encuentra algo adolorido pero vivirá, ha perdido parte del ala, pero gano un nombre.
