—Feliz cumpleaños, Lord Shōto—. La niña, de tan solo doce años, hace una educada reverencia ante su mejor amigo en cuanto lo divisa. Sus ojos brillan con una mezcla de respeto y afecto. —¿Cómo se encuentra? Ha pasado un tiempo.
—Ha sido usted quien no vino a visitar este reino, princesa Momo—. Él se inclina como muestra de respeto, con una sonrisa suave en los labios.
Ella sonríe con una luz traviesa en su mirada.
—Pues tampoco hizo esfuerzo por venir a verme. Seguro ha estado muy ocupado planeando esta ceremonia.
El bicolor asiente con cierto brillo en sus ojos, extendiendo su mano para que la princesa la tome y empiecen a bailar en el salón, junto a los demás.
—Así es, también papá me está enseñando a comandar el ejército, y quiere prepararme para cuando llegue el momento de ganarme el título, como mi hermano.
—¿Habla del marqués Tōya?
Shōto niega con determinación.
—No, aunque mi título actual es de marqués. Quiero ser duque, como mi padre, así que debo esforzarme más.
La pelinegra sonríe, admirando la ambición de Shōto por seguir los pasos de su padre.
—No me esperaba menos de usted... Oh. Yo creo que mejor me retiro, hay cierta Lady que me asesina con la mirada. Estoy segura de que muere porque usted le dedique tantito de atención—. Susurra ella, soltándolo con un gesto elegante.
Ambos hacen una reverencia como despedida y ella se da la vuelta para dirigirse al otro lado del salón.
Shōto suspira antes de ir tras Kemy. Sabe que se trata de ella, y aunque su actitud no sea la mejor, no puede negar que le atrae.
A lo lejos, Kemy sonríe al verlo avanzar en su dirección, acomoda un mechón rubio tras su oreja e intenta arreglar su vestido con nerviosismo evidente. Se ve muy linda, y Shōto se enfoca tanto en llegar a ella que choca por error con alguien más.
—¡P-perdón, Lord Todoroki Shōto!—. Una voz suave y nerviosa llega a sus oídos.
Se trata de otro niño, uno más bajo que él, de cabello rizado, pecas en su rostro y grandes ojos verdes.
Arquea una ceja, no lo reconoce. No está seguro de haberlo visto antes en alguna reunión o baile.
—No hay problema. ¿Cuál es su título?— pregunta Shōto con la curiosidad propia de su posición.
—¿Título?—. El peliverde ladea su rostro de forma tierna, confundido. —No tengo eso—. Murmura avergonzado.
—¿No?—. Frunce el ceño, intrigado. —¿Cuál es su apellido?
—Midoriya...— Responde con un tono casi inaudible.
Si ese chico era desconocido, no tenía título, y su apellido tampoco le sonaba, entonces significaba que no era parte de la nobleza. Y su actitud sumisa, además de que lo llame por su nombre completo lo dejaba en claro.
—Permítame—. Shōto alza su mano para tocar sus prendas, corroborando que son delicadas y finas, un contraste que despierta más preguntas en su mente.
Ese niño era un misterio. ¿Cómo logró ingresar? ¿De dónde sacó un traje tan pulcro y de buena calidad? No podría tratarse de un infiltrado cualquiera.
—Lord Shōto, no es de mi agrado encontrarlo con la gentuza.
Kemy, quien se había cansado de esperarlo aparece en medio.
—La servidumbre no debería mezclarse con la realeza—. Sisea fulminando con la mirada al pecoso, que se encoge. —Lord Shōto, no hace falta que se ensucie las manos con este plebeyo.
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Guía y nitidez [Tododeku]
FanfictionEn el momento en que revelaron su casta, todo se vino abajo. No podría comandar como un alfa, ni ser consorte como un omega. Era un simple e inútil beta. Rechazado por sus padres, burlado por el resto de nobles, e irrespetado por sus sirvientes, se...