Capítulo 44: Sí, mi amor.

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—Shō, ¿me estás secuestrando? —pregunta entre risas Izuku viendo que se alejaban un poquito del castillo y paseaban por los jardines.

—No hace falta secuestrarte, sé que aunque no te lo pidiera, te quedarías conmigo así como yo contigo —responde sacándole un sonrojo a su pareja, sin dejar de caminar.

Mientras los ecos de la celebración aún resonaban dentro el castillo, Shōto condujo a Izuku al jardín privado que había preparado con esmero durante toda la tarde, claro con ayuda de sus hermanos y cuñado.

Izuku mira con curiosidad cómo de pronto el camino empieza a iluminarse por hileras de velas, cada una encendida con la intención de crear un ambiente íntimo y mágico, como si el universo mismo conspirara para hacer algo especial.

—Shō... ¿esto lo hiciste tú? —pregunta caminando lentamente al lado del bicolor, recorriendo las velitas, esperando que lo dirijan a algún lugar bonito.

—No lo sé, seguramente fueron los duendes.

—¡Shōto!

El beta ríe besando sus labios, juntos continúan caminando, Izuku tiene curiosidad por descubrir a dónde lo llevarían, Shōto se divierte oyendo al peliverde que intentar adivinar antes de siquiera llegar.

—Ta-rán...

—Oh...

Al pecoso se le corta la respiración cuando llegan al final.

En el centro del jardín, un arco cubierto de enredaderas y flores se hizo presente, el camino de velitas iluminaba exclusivamente aquel lugar, como si fuera lo único que existiera en la nada.

Como si solo existieran ellos dos.

El silencio los envuelve, no de una forma incómoda, sino expectante, como si el propio mundo contuviera el aliento. Izuku mira alrededor, observando el cuidado con el que cada detalle había sido dispuesto.

Todo se veía hermoso, digno de un cuento de hadas, jamás ha presenciado una vista tan bonita en toda su vida.

Cuando sus ojos finalmente se encontraron con los de Shōto, vio algo en ellos que le hizo sentir como si su corazón fuera a explotar: una mezcla de determinación, vulnerabilidad y amor tan profundo que casi lo abrumaba.

—¿Te gusta? —pregunta el bicolor en un murmullo, abrazándolo por detrás y avanzando lentamente, hasta estar ambos debajo del arco.

—Por supuesto que sí, Shō, ¿en qué momento hiciste esto? —ríe dándose la vuelta para besarlo —¿Y a qué se debe esto tan repentino? Siempre haces cosas lindas por mí, pero no pensé que también lo harías en la boda de tu hermana.

Shōto sonríe ruborizado, notando que a pesar de que Izuku lucía muy calmado, su rostro también estaba muy rojo y su sonrisa se ensanchaba.

—Durante mucho tiempo, pensé que mi vida estaba destinada a ser fría y solitaria, que el peso de mi pasado nunca me dejaría ser feliz. Pero entonces, llegaste tú —susurra tomando sus manos, pegando su frente a la del más bajo—. Mi amor, mi luz, aquel que ha esclarecido mi camino...

Cierra los ojos para darse valor, suspira una vez antes de abrirlos y mirar con total adoración al pecoso que tiene su corazón en sus manos.

—Me enseñaste que merezco amor, que puedo ser feliz, que hay un futuro más allá de las sombras que siempre me han perseguido. Y cada día contigo ha sido una bendición que no creo merecer, pero que atesoro más de lo que puedo expresar.

Su voz se quiebra, quiere llorar, Izuku lo sigue observando con tal brillo en sus ojos del cual ahora es dueño. En el pasado jamás pensó que algún día sería visto de esa manera, mucho menos por él.

Guía y nitidez [Tododeku]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora