Capítulo 4: Regreso a la oscuridad.

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El carruaje se detuvo frente a la mansión familiar de los Todoroki.

La fachada imponente, que alguna vez en su infancia había simbolizado seguridad y hogar, ahora se alzaba como una fría prisión para Shōto.

Con un suspiro, fue guiado por dos sirvientes que apenas se molestaron en disimular su indiferencia, pero la reprimían ante la presencia de su padre.

Este, el duque Enji Todoroki, que había llegado horas antes, lo recibió con una mirada severa, Shōto no podía verlo, pero estaba seguro de que al mayor no podría estar más fastidiado por tenerlo de regreso.

Los sirvientes lo llevaron hasta su habitación sin pronunciar palabra alguna, moviéndose con una eficiencia mecánica.

Shōto caminó con lentitud por la habitación, tanteando sus pasos hasta llegar a la cama y se sentó en el borde de ella, el peso de su situación descansando pesadamente sobre sus hombros.

Los sirvientes comenzaron a desempacar sus pertenencias, colgando sus ropas y ordenando sus objetos personales sin ninguna consideración por el joven Lord que se encontraba a solo unos pasos de distancia.

El bicolor solo se queda inmóvil, escuchando el ruido de los cajones abriéndose y cerrándose, el suave murmullo de la tela mientras era acomodada, y los susurros ocasionales entre los sirvientes, que parecían más interesados en terminar su tarea rápidamente para poder retirarse.

—Preparen un baño, por favor. —Pide.

Oye a uno chasquear la lengua y luego alejarse en dirección al baño para acatar su petición.

El otro se acerca con una bata para empezar a desvestirlo y luego llevarlo al baño.

Shōto no dijo nada respecto a que prácticamente estaba siendo arrastrado porque el otro beta iba demasiado rápido y él apenas podía seguirle el ritmo ya que no podía ver.

Ignoró también la brusquedad con la que lo movían o el desgano con que tallaban su cuerpo. Se supone que tomaba el baño para relajarse, sin embargo, solo se sentía más estresado por creer que es una carga para los demás.

Y una demasiado pesada.

Después de que lo sequen a medias y lo vistieran, continuaron sus actividades, él terminaba de secar su cabello por cuenta propia no queriendo causar molestia en los sirvientes.

Finalmente, ellos terminaron y se retiraron de la habitación con la misma falta de ceremonia con la que habían entrado. La puerta se cerró con un suave clic, dejándolo solo. El silencio se hizo palpable, opresivo. Shōto dejó escapar un suspiro profundo.

Las sombras de la tarde se alargaban en la habitación, y Shōto no hizo ningún esfuerzo por encender las luces. No tendría diferencia para él. Se recostó en la cama, cerrando los ojos, intentando encontrar un momento de paz en la oscuridad que ahora definía su vida.

A medida que la noche avanzaba, los recuerdos del día y de los eventos recientes comenzaron a arremolinarse en su mente. La ceremonia de compromiso, el accidente, el dolor, la humillación. Todo parecía un torbellino del que no podía escapar. Suspiró nuevamente.

Los días siguientes siguieron un patrón similar.

Los sirvientes entraban y salían, realizando sus tareas con una frialdad que rayaba su injustificada crueldad.

Empezó a notar pequeñas cosas desapareciendo: una joya aquí, una prenda allí. Al principio pensó que simplemente estaban mal colocadas, pero pronto se dio cuenta de la verdad.

Le estaban robando, aprovechándose de su incapacidad para defenderse o siquiera darse cuenta a tiempo.

Sería en vano acusarlos ya que no podía distinguir de quiénes se trataba, y tampoco podría identificarlos por medio de las feromonas y el olfato.

Guía y nitidez [Tododeku]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora