CAPÍTULO 12

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Pov Axel

Han pasado dos días. Estoy en mi habitación en la central, en cama. La pierna me duele y apenas camino cojeando.

Me preparo portando mi uniforme y apenas logro salir de mi habitación a paso lento. Voy al edificio de salud y me dirijo a las habitaciones buscando la de ella. Necesito interrogarla.

"Habitación 306"

Entro en silencio, está vacío y ella está amarrada en la camilla dormida.

Tiene una bata médica y la ropa que llevaba está en una silla.

No puedo evitar detallar su belleza. Su nariz pequeña y respingada, labios carnosos con un tono rosado natural, tiene las mejillas con un ligero sonrojo. Su pecho se mueve despacio con cada respiración, y la bata resalta ciertas partes de su cuerpo como sus pechos y caderas voluptuosas. Sus manos con dedos delgados, se ven delicadas pero han roto cuellos y torturado hombres. Quién diría que en ese cuerpo de damisela habría tanta fuerza y maldad. Le acaricio el rostro sin contenerme y se remueve lo que las correas en su cuerpo le permiten y abre los ojos mirándome, mi vista se pierde a la vez en ese océano tormentoso y en un bosque que te incita a perderte en él. Ojos de ángel que no inspiran terror pero sí que estás en el ojo del huracán disfrutando el golpe del viento y agua sobre ti solo porque ella está ahí.

Miro a otro lado algo mareado, aparto mi mano tenso.

-¿Me vas a matar?- Pregunta con su voz delicada que también me atrae...

-No... Todavía- Asiente con una pequeña sonrisa en sus labios- ¿Qué tantas preguntas tienes?

Suspiro, tengo demasiadas preguntas y a la vez no se cómo formularlas sin sentirme idiota.

Ignoro su pregunta y me acerco a ella soltando la correa de su cuello y abdomen. Solo se queda quieta mirando mi rostro. Termino con mi tarea y se mantiene en la misma posición.

- Tú cuerpo ya está estable, hoy en la tarde saldrás de aquí y te llevaremos a las celdas de la central.

- Bien.

Está algo... Calmada. No me da confianza.

-Alessandro...-Lo piensa un poco- ¿Está bien?

- Según informes está a salvó con sus hombres.

Asiente. Se remueve y noto que sus muñecas están rojas por la presión y roce de las correas.

Suspiro y me acerco a la cama desatando primero sus pies, ella solo observa atenta a mis movimientos. Sigo con sus manos desatando primero la derecha y me inclino soltando la otra, acaricia sus muñecas atenta a mi mirada. Y en eso se pone de pie de manera rápida poniéndome alerta pero solo toma su ropa y se encierra en el baño. Minutos después escucho el sonido de la ducha y opto por sentarme a esperar.

Su presencia me altera, me pierdo y no sé cómo proseguir, no entiendo lo que pasa en su mente, lo que siente. Es un enigma completamente, sus increíbles ojos no funcionan como la ventana de su alma ya que siempre se encuentran casi inexpresivos.

Pasan varios minutos en los que trato de concentrarme pero es difícil.

-¿Puedo tener una habitación para mí sola?

Levanto la mirada y la veo de pie con la ropa de hace dos días que muestran su cuerpo de infarto. Tiene el cabello húmedo y su piel se ve suave de porcelana.

-No- Va a replicar pero no la dejo- No estás en derecho de exigir comodidades.

Lo piensa un poco y se encoge de hombros.

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