CAPÍTULO 38

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Pov Axel

-Maddison, cálmate.

-¡Cálmate tú, imbécil!- Exclama mientras sale enojada del baño, azota la puerta y solo suspiro mientras me recuesto en el lavamanos con jaqueca.

Últimamente Maddison está tan insoportable que no sé cómo lidiar con ello. Mi madre dice que son las hormonas del embarazo y sin mencionar su inestabilidad emocional y mental, en pocas palabras está más demente que de costumbre, para mi desgracia solo vamos por la segunda semana, joder.

Mi suerte es tan jodida que con una sola vez que no utilice el preservativo termino siendo papá. Mi padre me envía sus maldiciones desde el infierno, estoy seguro.

Luego de recuperar paciencia salgo del baño entrando a la habitación principal, aún permanecemos en Busan, no podemos movilizarnos con facilidad por el mundo ya que aún estamos en alerta violeta, solo debo esperar a que mi plan funcione y ver dónde viviré de ahora en adelante ya que dudo que Maddy se quiera quedar en la fortaleza.

En la cama veo a la pelinegra que mira el suelo como si nunca lo hubiera conocido, suspiro acercándome y con voz delicada me dirijo a ella deseando que no me mande al carajo como últimamente hace.

-Maddy...

-Lárgate, quiero estar sola.

-Pero...

-¡Que te vayas, joder!- Se exalta y solo respiro llenándome de paciencia para no mandarla al carajo yo. Le doy la espalda dispuesto a irme pero sus palabras me detienen- ¿Ahora me vas a dejar?- Reprocha enojada.

-Pero si me dijiste...

-¡Ya sé, solo buscas una excusa para irte con alguna de tus putas!- Sus ojos se llenan de lágrimas y empieza a sollozar con fuerza- Tú ya no me quieres.

La miro por unos momentos queriendo venderle el alma al diablo a cambio de más paciencia para soportar a Maddison.

-Si te quiero- Trato de tocarla pero se aparta bruscamente.

-¡No me toques!

-¡Vete al carajo, joder!- Le doy la espalda furioso saliendo de ese lugar, camino a paso firme hasta el patio donde me siento en la banca mirando los grandes árboles deseando calmarme.

Sé que no estuvo bien mi reacción, pero joder que me estresa con sus dramas cotidianos, se vuelve insoportable.

No sé cuánto tiempo pasa pero con la brisa y el aire fresco mi pulso se estabiliza al igual que mi respiración, me siento un poco es paz hasta que escucho unos pasos a mi espalda, sabiendo perfectamente de quién son.

-¿Pensando en alguna de tus perras?- Se para en frente de mí cruzada de brazos, no le respondo y solo detallo sus gruesas piernas que puedo ver gracias a sus shorts, sin mencionar lo bella que se ve con mi camisa puesta- Respondeme.

-Mujer, no estoy para tus dramas ahora.

-Osea no tienes tiempo para mí- Hace una mueca de molestia- En ese caso es mejor separarnos sí no me soportas- La miro con una ceja enarcada y ella asiente rabiosa- Iré a empacar mis cosas.

Se encamina a la casa furiosa hasta que una mujer aparece tras la cerca con una sonrisa, sus rasgos asiáticos me hacen saber que es de por aquí. Agita su mano saludando animada.

-¡Hola, vecino!- Su voz femenina llamó la atención de Maddison que se detiene en la puerta y la mira con odio- ¿Qué tal todo?- La joven se ve tan alegre queriendo hacerme conversación pero yo solo suspiro sabiendo lo que pasará cuando la pelinegra entra a la casa. No me equivoco en mi predicción mental cuando Maddison vuelve con una escopeta asustando a la desconocida, no duda en volarle la cabeza molesta.

OBSESIÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora