CAPÍTULO 21

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Pov Alessandro

21 de Septiembre*

Días, han pasado días desde que sonreí y han pasado años desde que las sonrisas me llegaron al corazón...

El recuerdo de la tragedia cala en mi mente y la presión en mi pecho me hace soltar las lágrimas en contra de mi voluntad, ya no quiero que duela, solo deseo ser feliz con ella, tenerla a mi lado y escuchar su armoniosa voz brindando la paz en todos estos años he deseado. El peso del dolor me tiene con jaqueca y mareado... O tal vez no es solo el dolor en mi corazón si no la cocaína que ingerí hace una hora.

Como puedo abro los ojos, todo se ve borroso por lo que me esfuerzo por enfocar mi visión. Mi alrededor está en la semioscuridad, hay una barra con tragos y drogas en ella, personas que no conozco están tiradas en el suelo o sillas, nadie está consciente, ni siquiera las prostitutas que acompañan a varios. El mareo me vuelve a tomar pero no me puedo mover, estoy tendido en un sillón de cuerina, solo miro al frente sin reaccionar, no puedo hacerlo, eso hasta que capto un movimiento en mi rabillo del ojo. Reconozco el cabello negro largo que ahora esta descuidado y algo opaco, mi hermana. Ella se acerca a la masita que hay cerca y toma una bolsita ziploc con el polvo blanco dentro, con lentitud y algo de torpeza prepara todo sobre dicho mueble, al ya tener las líneas preparadas se agacha inhalando, deja caer su cabeza hacia atrás dejando que el la droga penetre su sistema.

Como puedo me pongo de pie y me arrodillo junto a ella imitando su acción, acabo de despertar pero no quiero estar lúcido, no ahora. Al terminar de ingerir la cocaína siento una punzada en mi sien, las náuseas me toman pero no vomito, simplemente me impulso con las manos y dejo mi espalda recostada en el sillón aun sentado en el suelo. Maddy me imita quedando en la misma posición, ambos dejamos caer nuestras cabezas en el borde del asiento para girar nuestros rostros y dejar que nuestra mirada se choque causando una explosion de emociones.

Mi pecho se comprime al ver a mi hermana dos años menor que yo drogada junto a mi. El verde de uno de sus ojos conecta perfectamente con mi ojo color avellana y el azul de ambos se junta causando una tormenta en nosotros sacando a relucir el sufrimiento que llevamos dentro.

Ella ya no es la niña de ojos grandes y brillantes que siempre tenía una increíble sonrisa en sus labios rosados, ahora es la mujer a la que su mirada se apagó y en sus grandes ojos solo refleja odio hacia el mundo, ya no hay sonrisas de felicidad solo de picardía y maldad.

Y luego yo, el niño que le hacía bromas a sus padres y siempre estaba enérgico y feliz ya no existe. Ahora estoy yo, el hombre roto que cuando se ve al espejo quiere morir, soy tan parecido a ella que duele. Ya no siento esa felicidad sabor vainilla, ahora gasto mi energía golpeando a otros hasta que su corazón deje de latir, ya no le hago bromas graciosas a mis padres si no que ahora pongo trampas en el bosque con el fin de causar la muerte de personas que pasen por allí. Mi humor está tan roto que cuando veo las grabaciones de dichos actos no puedo parar de reír, pero analizándolo bien, no son risas de felicidad si no maldad y placer por herir a otros.

Nos condenaron a ambos a una vida en la que cargamos una culpa que no es de nosotros, un dolor que no deberíamos sobrellevar, pero la vida fue injusta y cruel con nosotros por lo que decidimos serlo también con el mundo, si mi hermana y yo no vamos a tener nuestro final feliz pues el resto tampoco, ¿Soy egoísta?, claramente sí pero a veces la vida no es como queremos y no me voy a quedar sufriendo mientras veo como los demás si son felices, si Maddy y yo no lo somos  esos hijos de puta tampoco.

Siento mi cuerpo más relajado y liviano, pero de la nada mi corazón se acelera y el sudor brilla en mi frente, los efectos del alucinógeno se han terminado por lo que la ansiedad en mi cuerpo me consume pidiendo más. Maddy deja caer su cuerpo al piso estrujando sus manos y quejándose, la abstinencia ha empezado en ambos y no hay más bolsitas ziploc con lo que nuestro cuerpo aclama.

OBSESIÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora