En las bulliciosas calles de Hong Kong, donde los rascacielos se alzaban como gigantes de concreto y acero hacia el cielo, dos destinos se entrelazaron en un giro del destino. Entre el fragor de la vida urbana, donde las luces de neón destellaban co...
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En el centro de Seúl, Corea del Sur.
Rosé, notando la incomodidad de Kim y la atención persistente de Minseok, decidió intervenir. Con una sonrisa tierna pero firme, puso una mano en el hombro de Kim y la miró con dulzura.
—Kim, cariño, sé que esto puede ser abrumador, pero trata de relajarte, ¿de acuerdo? Minseok no está tratando de burlarse de ti, solo está sorprendido de verte aquí. No dejes que te afecte tanto.
Kim asintió, sintiendo un poco de alivio al escuchar las palabras reconfortantes de Rosé. Se relajó ligeramente, recordando que no estaba sola en esta situación.
—Lo sé, Rosé. Gracias por recordármelo. —respondió Kim, ofreciendo una pequeña sonrisa.
Mientras tanto, Minseok seguía observando a Kim con curiosidad desde su lugar en la mesa. Aunque había tratado de disculparse y rectificar su comportamiento, seguía intrigado por la presencia de Kim y la extraña sensación de familiaridad que sentía al mirarla.
Rosé, notando la persistente mirada de Minseok, decidió abordar el asunto directamente.
—Minseok, ¿hay algo en particular que te llame la atención sobre Kim? —preguntó Rosé, con un tono amable pero firme.
Minseok vaciló por un momento, consciente de que sus observaciones podían ser malinterpretadas. Sin embargo, decidió ser sincero.
—Lo siento si parezco insistente, pero... hay algo en Kim que me resulta familiar. No puedo evitar sentir que la he visto antes, aunque no puedo recordar dónde. —explicó, su voz llena de sinceridad.
Rosé y Kim intercambiaron una mirada, sorprendidas por la revelación de Minseok. Aunque no entendían completamente el significado detrás de sus palabras, sabían que había algo más en juego aquí.
—Es extraño, ¿verdad? —comentó Kim, con una mezcla de sorpresa y confusión en su voz—. No estoy segura de qué pensar.
Rosé asintió, pensativa.
—Parece que hay más en esta historia de lo que pensábamos. Pero por ahora, intentemos disfrutar de la cena y mantener la mente abierta. Quién sabe qué revelaciones nos deparará el futuro. —dijo, con una sonrisa reconfortante.
Con eso, la conversación volvió a temas más ligeros, y la cena continuó con una mezcla de risas, conversaciones animadas y un toque de misterio que flotaba en el aire.
Minseok, sintiendo la necesidad de compartir sus pensamientos con su esposa, se inclinó hacia Minah y le susurró al oído con cautela.
—Minah, ¿has notado que esta chica se parece a ti cuando eras joven?
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