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Llegaron apresuradamente a la habitación de Katsuki, con el corazón latiendo a mil por hora. Al entrar, Katsuki no perdió tiempo y, con un movimiento decidido, arrinconó al pequeño conejo entre la pared y su cuerpo, creando una especie de jaula con sus brazos musculosos.

— Mi habitación estaba más cerca — Susurró Izuku con una voz grave y cargada de tensión.

— Me espantan tantos All Might — Replicó Katsuki, tratando de mantener la compostura, pero sin poder ocultar el temblor en su voz.

En un instante, los labios de Katsuki se encontraron bruscamente con los de Izuku. Fue un beso urgente y apasionado, como si estuvieran descargando toda la tensión acumulada. Las manos de Katsuki se posaron en las caderas de Izuku, y el calor que emanaban era tan intenso que casi parecía quemar a través de la tela de su ropa. Izuku sintió cómo un torrente de emociones lo envolvía, desde el miedo hasta una inexplicable sensación de anhelo.

Una mano de Katsuki tomó uno de los muslos de Izuku, lo levantó sujetándolo en su propia cintura y juntó ambos bultos entre sus entrepiernas rozándose entre sí.

— Ka-Kacchan... — murmuró Izuku, con la voz entrecortada y el corazón acelerado.

— Shh — respondió Katsuki, silenciándolo con un dedo en los labios antes de volver a besarlo con avidez. Sus lenguas se entrelazaron en una danza íntima, la saliva de ambos se mezclaba mientras sus rostros enrojecidos reflejaban una pasión desbordante y sus miradas se perdían en un mar de deseo.

Los besos de Katsuki comenzaron a descender lentamente, dejando un rastro ardiente a su paso. Se detuvo en la clavícula de Izuku, donde sus labios dejaron pequeñas marcas, cada una de ellas un testimonio de la intensidad del momento.

— Quiero penetrarte... — susurró Katsuki, su voz ronca resonando contra la piel de Izuku.

— Hazlo. — ordenó Izuku, con un tono de voz que era tanto un desafío como una súplica.

Con un movimiento decidido, Katsuki bajó la pierna de Izuku de su cadera y comenzó a desabotonar su pantalón, deslizando la tela hacia abajo rápidamente y lanzándola lejos sin importarle dónde caía. Repitió el proceso con su propia ropa, despojándose de ella con la misma prisa y determinación.

Gracias al pequeño conejo las prendas del torso también desaparecieron dejándolos a ambos totalmente desnudos con sus miembros despiertos y goteando.

Katsuki volteó a Izuku dejándolo con el pecho pegado a la pared, una mano en su cuello y la otra sobre su cadera.

Empezó a dejar besos, mordidas y lamidas por todo el largo de su espalda repleta ya de pecas hermosas color marrón.

Poco a poco se agachó hasta estar cara a cara con el pecoso y redondo trasero del conejo, su pequeña y esponjosa cola se agitaba con esmero, se sacudía en entusiasmo.

Tomó aquella cola, sacó su lengua y lamió aquella grandiosa entrada que lo hacía ver estrellas.

— Uhg... — Se quejó, se sentía tan bien.

Aquella húmeda lengua pasando por su entrada lo hacía enloquecer, era tan caliente y suave.

La lengua entró de lleno hacia la entrada, las orejas de Izuku cayeron hacia los costados, su rostro estaba totalmente enrojecido, sus ojos estaban volteados hacia arriba, su boca abierta dejaba salir un fino hilo de saliva seguido de gemidos y gemidos de placer puro.

Su pequeño pene goteaba, su entrada estaba siento penetrada por una lengua viscosa y caliente, tan exquisito que quería más.

Katsuki se separó, dejando saliva cayendo por la entrada de Izuku, una de sus manos empezó a tocar el largo y ancho de su propio pene antes de tocar con la punta el estrecho lugar y entrar de una sola estocada.

Ya me volví furro ||BKDK||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora