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— Kacchan es tan malo —murmuró Izuku mientras preparaba algo de comida en la cocina—. Aizawa me regañó y luego no me dejó asistir al resto del entrenamiento.

Tomó los cubiertos y los depositó en la isla de la cocina, buscando a tientas un plato para poder servirse.

— Estúpido Kacchan, haciéndome ojitos durante todo el horario de clases —dijo, su voz temblando ligeramente mientras recordaba esos momentos que lo habían dejado sonrojado—. Tonto Kacchan.

—¿Yo qué? —preguntó entrando a la cocina, mirando a Izuku con curiosidad y una pizca de diversión en sus ojos y agitando su cola con su típica arrogancia.

—Eres estúpido, tonto y feo —respondió Izuku repentinamente, en voz alta, sus mejillas infladas por la vergüenza y el sonrojo aún presente en su rostro.

Katsuki levantó una ceja, sorprendido por la respuesta directa y el rubor evidente en las mejillas de Izuku.

El cenizo sonrió con satisfacción mientras se acercaba al oído de Izuku, su cola moviéndose de un lado a otro con entusiasmo mientras sus orejas se erguían con atención.

—Ah, ¿sí? —preguntó Katsuki, su voz gruesa resonando y su aliento provocando que Izuku temblara visiblemente. El sonrojo en las mejillas de Izuku se intensificó mientras su respiración se volvía irregular—. Recuerdo bastante bien que cuando gimes y gritas de placer dices que soy increíble.

El pequeño conejo suspiró temblorosamente, armándose de coraje para responder.

—Que seas increíble en la cama no te convierte en atractivo, Kacchan —mencionó Izuku, tratando de ocultar sus nervios mientras daba un bocado a su comida, concentrándose en la tarea como una distracción.

Katsuki se echó a reír, una risa profunda y contagiosa que llenó la cocina.

— Así que soy increíble en la cama. — Repitió mientras sus manos tocaron los carnosos muslos del más bajo aun de pie ante la isla de la cocina.

Las manos apretaron con fuerza, subían lentamente hacia los glúteos contrarios amasándolos en el camino, acercó su cadera con fuerza ante el contrario a espaldas suyo y gruñó despacio ante las largas orejas de este.

El pequeño conejo gimió en silencio, su cuerpo se calentaba con rapidez ante los toques contrarios, inhaló y suspiró con temblor.

Una de las manos de Katsuki subieron por las caderas, acariciaron su cintura y se situaron en el estómago, su mano sobre su ombligo mientras lo empujaba más cerca.

— Ka-Kacchan. — Tembló. — Pueden vernos, esta-estamos en la cocina aún.

El cenizo solo tarareó en conocimiento, su nariz fría tocaba y acariciaba el cuello contrario, sus ojos se cerraron e inhaló el exquisito olor proveniente del más bajo.

— Tengamos sexo aquí. — Murmuró tan bajo que parecía haber gruñido, su voz ronca era hipnotizante.

— Kacchan.

El nombrado lo giró, cara a cara mientras sus miembros bajo la ropa se rozaban.

— Si limpiaba los casilleros tenía una condición, ¿Lo recuerdas? — Se acercó, sus labios a milímetros de distancia pidiendo contacto uno a uno. — Quiero tener sexo aquí, y que gimas como el insaciable ser que sé que eres.

— Nos verán. — Murmuró mientras sus ojos no se despegaban de los labios contrarios que se encontraban tan cerca de los suyos.

Katsuki juntó sus labios, una mano suya llena de afiladas garras subió hasta el suave cuello contrario, acariciándolo.

Ya me volví furro ||BKDK||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora