"Lo que pasa en Las Vegas se queda en Las Vegas".
Lejos de los casinos y las luces, en Nevada se encuentran cuatro jóvenes adultos buscando su camino. Jaxen, es él, el chico solitario, marcado por los abusos de su infancia, intentando sobrevivir a...
Qué bonita voz, es suave y dulce, se siente como algodón.
—No me dejes sola, te lo suplico.
Es melodiosa y agradable, pero, ¿por qué suena tan triste esa hermosa voz?
De nuevo vuelve y, esta vez, suplica con más ímpetu; ahora lo entiendo, no es simple tristeza la que escucho, es desesperación, es esa sensación abrumadora que consume tus entrañas cuando sabes que estás a punto de perder a alguien que amas.
Cuando sabes que esa persona que te completa, que te ha salvado la vida, esa persona única e irrepetible, tu persona favorita, está a un soplido de desvanecerse para siempre y no hay nada que puedas hacer.
Es pánico, es dolor, es angustia; todos los sentimientos más profundos mezclados en un solo instante, es una pausa del tiempo.
En segundos, todos tus planes, la vida que idealizaste y los sueños que comenzaste a construir... todo se congela, de la nada, y está listo para quedarse en una ilusión pasajera, mientras que ves la oportunidad que tuviste de ser feliz ser arrancada de tu corazón, sin anestesia.
—Vamos, cariño, sigue respirando, quédate conmigo —repite una y otra vez.
Quiero decirle que sigo aquí, pero no puedo. Jamás había sentido esta clase de dolor, es como si todo mi cuerpo estuviese paralizado.
«¿Así se siente morir?».
He anhelado el tan temido descanso, toda mi vida, al menos desde que tengo memoria. Lo he contemplado y añorado, sin tener el valor de tomar la ruta fácil hasta él.
Ahora parece que la tan interesante muerte se adelantó y vino a mí, pero es muy extraño, ahora que toca a mi puerta, todos mis pensamientos replantean la partida y hacen la misma pregunta: ¿Realmente quieres morir?
«¿Realmente quiero morir?».
En otro momento de mi historia, la respuesta saldría más a prisa que el final de la interrogante, pero, justo ahora, siento que cada idea a la que me he aferrado por años se está transformando.
No quiero dejarla.
—¡No me toque! —grita ella.
Parece haber alguien que intenta alejarla de mí, ¿por qué? ¿Por qué harían algo tan cruel?
—¡Jax! ¡Jax! Estoy aquí, por favor, aguanta, por favor —suplica una última vez, su voz ahora es lejana.
Sé que no puedes escucharme, pero voy a aguantar, aunque sienta que me arrastran al vacío, te prometo que voy a luchar.
Todavía no puede ser el final...
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