CAPÍTULO 6

266 58 13
                                    

ROWAN

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

ROWAN

HABÍA UN CUADRO OLVIDADO EN LA OFICINA QUE QUIRÓN Y EL Señor D le dieron en la Casa Grande. Decía que era «olvidado» porque para eso estaba allí, para que los demás olvidaran que ese cuadro existía. Era una pintura, no supo exactamente quién era el artista, no había una firma de la cual pudiera guiarse. Lo tomó en sus manos y clavó sus ojos sobre el primer rostro que notó.

Y el cuadro cayó de sus manos.

La imagen de Luke Castellan le sonreía desde el suelo. El cuadro era una pintura de los últimos juegos griegos que hicieron hacía ya diez años, cuando Luke Castellan tenía alrededor de quince o dieciséis años, antes de que la locura llenara esa mirada azulada. Rowan lanzó un bufido y pateó la pintura lejos de él, el cuadro quedó debajo del escritorio de madera y allí se quedó, Rowan no tenía ninguna intención de recogerlo.

Lo notó porque estaba aburrido, la llamada de Percy se demoraba más que de costumbre.

De manera predecible, aunque el cuadro estaba fuera de su vista, Rowan no pudo evitar pensar en Luke Castellan. Su cuerpo entero se estremeció ante el recuerdo y lo poco que conocía de él. Percy llegó a describirlo como un gran guerrero en sus primeras cartas. «Luke es uno de los consejeros del campamento, es mayor, pero es tan listo que seguramente te derrotaría jugando al Cluedo», eso le pareció una reverenda mierda a Rowan en su momento, porque nadie, absolutamente nadie, le gana cuando se habla de Cluedo.

Tuvo, en su momento, la inocente idea de que llegaría a conocer al Luke que Percy tanto admiró cuando llegó al campamento. Había una fotografía en específico que Percy le envió en su primera semana como campista. Luke, Grover y él posaban frente a una de las fuentes con vasos de soda en sus manos. Percy se refería a Luke como un consejero experimentado, pero no conocía nada de él en verdad.

Cuando Rowan hizo las preguntas justas, Percy se enojó. «¿De qué me sirve saber qué carrera estudia o si tiene familia fuera del campamento, Rowan?» le había dicho en una de sus peleas. Después de la traición de Luke, Rowan jamás soltó ese «¡Te lo dije!» que tanto deseaba salir de él. Él simplemente se tomó su tiempo en hacer los planes para viajar a Nueva York y asistir al campamento para ayudar a Percy en el campamento.

Esa era la principal diferencia entre Percy y Rowan. Percy confiaba demasiado, Rowan no confiaba lo suficiente.

—¡Mierda!

El sonido del teléfono lo sobresaltó.

Rowan corrió hacia el escritorio y lo tomó.

—¿Hola?

Nada.

Solo silencio.

—¿Percy?

—Alex.

Alex.

Alexander.

Solo Percy lo llamaba así.

ANANKÉ, Luke Castellan.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora