CAPÍTULO 8

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ROWAN

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ROWAN

ROWAN NO QUISO LEVANTARSE DE SU CAMA ESA MAÑANA. NO PORQUE tuviese uno de esos malos presentimientos que presumía tener Piper. Su pereza se debía únicamente a que, después de haberse dormido en la cabaña once cerca de las dos de la mañana con Jason, Piper y Leo, tener que levantarse a las siete para ir a correr le parecía la idea más abominante. Lo hizo de todas formas, por muy cómoda que se viera su cama y lo enternecedor que fuese ver a sus tres amigos durmiendo en las camas vacías junto a la suya.

Connor no tenía ningún problema en dejar que se quedaran, era algo que normalmente no se permitía entre las demás cabañas, pero de nuevo, Rowan era un caso especial.

Se vistió en el baño, esa mañana se atrasó un poco más que de costumbre, sus movimientos flojos delataron la poca disposición que tenía a salir y ser una persona funcional y saludable. Se ató las agujetas de los zapatos y se colocó la camiseta corta, el día estaba fresco y, como siempre, las plantas debían cortar su piel cuando pasara entre ellas.

Si no lo hacían, entonces no tendría sentido ir a correr entre ellas.

Connor se encontraba despierto cuando salió del baño, eran los únicos. Un sábado por la mañana ese era el escenario ideal para quedarse dormido hasta tarde. Rowan estaba seguro de que eso es lo que sucedería, la mayoría se comenzaría a levantar al mediodía y pasarían el resto del día haciendo nada, felices de poder librarse de los arduos entrenamientos de los consejeros.

Rowan le ofreció una sonrisa diminuta.

—Buenos días, Connor.

Connor se acercó a él con una sonrisa más grande.

—Buenos días, Ro.

Ro.

—¿Necesitas ayuda?

Rowan frunció el ceño.

—¿Con qué?

—Tu camiseta está hecha un lío en la espalda. —Connor soltó una risita—. Creo que se enredó con una de tus bandas para el cabello.

Mierda.

—En ese caso, sí —suspiró—. Por favor, ayúdame.

Le dio la espalda a Connor para que tuviera mejor acceso a su camiseta. Una de sus bandas sí se había enredado en la parte baja de su camiseta, pero Rowan no sintió el trozo de su piel que quedó al descubierto, sino hasta que los dedos de Connor trazaron la línea marcada de su espalda. Fue un toque breve y rápido, casi imperceptible. Rowan creyó que terminaría allí, pero no fue así. Tras haber desenredado la tela de la banda, sus manos bajaron hasta la orilla de su camiseta y la bajo para cubrir parte de su estómago. Luego, esas mismas manos se posaron sobre su cintura por un segundo.

—¿Connor?

—Oh, lo siento.

—Descuida.

—Escucha, Rowan. —Connor se apartó un paso—. Travis y yo teníamos pensado ayudar a uno de los sátiros a buscar a estos dos semidioses cerca de Staten Island el lunes, pero él no se siente del todo listo para salir. Pensé en invitarte. Llevas semanas aquí sin salir, ¿no? Bueno, podrías, no lo sé, venir conmigo y así encontraríamos un lugar para comer y...

ANANKÉ, Luke Castellan.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora