CAPÍTULO 7

241 62 5
                                    

LUKE

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

LUKE

ROWAN ASHFORD SABE TOCAR LA TROMPETA. ESE FUE OTRO DE LOS TALENTOS que Luke descubrió en el heredero en los días que estuvo observando su rutina. Tenía un horario para todo, incluso para eso. Llegaba a la Casa Grande después de cenar y tomaba la trompeta de su estuche. Subía hasta la pequeña terraza pasando por el ático y allí tocaba hasta entrada casi la medianoche. Aprendió a tocar el verano anterior, pero su talento lo hacía ver como si hubiese tocado la trompeta desde que era un niño.

Esa noche tocaba a Edith Piaf, una adaptación para trompeta de La Vie en rose que ninguno de los campistas, más que sus amigos cercanos, supieron apreciar. Esa repugnante falta de respeto no le pareció sorprendente a Luke.

Los chicos dentro del campamento sufrían de una ceguera terriba con el talento que se desperdiciaba allí. Antes eran guerreros, una familia dispuesta a ir hasta el mismísimo Inframundo para asegurar el bienestar de otro. Los campistas del presente no eran más que un chiste, uno de mal gusto, eran presumidos, egoístas, se regocijaban simplemente por ser hijos o hijas de algún dios.

No estaban preparados para asistir a la guerra.

La cosa es que Rowan Ashford tampoco lo estaba, y Luke no se refería a sus habilidades de pelea. Si había alguien allí con el talento suficiente para sobrevivir en la batalla era el heredero Ashford. Sin embargo, esas habilidades no fueron utilizadas al máximo, algo faltaba, una chispa un poco más pasional por el mundo divino.

Rowan no se veía contento por ser un semidiós, mucho menos satisfecho.

—¿Está todo listo para mañana? —preguntó Silena.

Luke asintió.

—Deberías ir a descansar, Luke —dijo Ethan—. Nosotros seguiremos vigilando al chico.

—No es necesario —gruñó—. Estoy bien.

—No has dormido en días —replicó Chris—. Silena, ¿por qué no traes las pastillas y algo de néctar para que se las tome?

—No tomaré una mierda —espetó Luke—. Descansaré en un momento.

Un momento más.

Esa pesadez regresó a su pecho con la misma intensidad de antes. Su mirada continuó fija sobre los portales. ¿Se habían movido de lugar? ¿Adao Joy los acercó más? Cada movimiento contaba, si se distraía podía ser el final de todo. Sus errores más grandes ocurrieron por una jodida distracción y no podía soportar que Rowan Ashford representara una nueva distracción para él.

Lo observaba como un león que observa a su presa al otro lado del campo, cada respiración, cada suspiró cansado que daba al bajar la trompeta y la mano que viajó hasta su cabello para soltar la coleta y dejar caer los mechones cobrizos. Lo observaba como si temiera que fuese a desaparecer en cualquier momento, porque con él desaparecería su última oportunidad de lograr alcanzar la gloria.

ANANKÉ, Luke Castellan.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora