CAPÍTULO 23

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ROWAN

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ROWAN

CUANDO ROWAN DESPERTÓ, DESEÓ RÁPIDAMENTE NO HABERLO hecho. Fueron muchas las razones que lo llevaron a tener ese pensamiento, pero las dos primeras razones fueron los sucesos ocurridos el día anterior. No quiso despertar, en primer lugar, porque aún temía que Josh y Michael estuviesen ahí, esperando en las sombras por un descuido suyo para terminar con lo que comenzaron. No quiso despertar, tan sencillo como eso, porque hasta la muerte habría sido mejor que tener que estar en la misma habitación con esos dos monstruos.

Pensaban llevarlo a su madre usado, casi muerto, con su alma pendiendo de un hilo. Rowan se negó a regresar a los brazos de su madre de esa forma, con su alma rota y manchada, porque ese no sería el Rowan que su madre quería recuperar. Se negaba a regresar como un fantasma que su madre no pudiese cuidar correctamente, no como su hijo.

Si iba a regresar, lo haría completo.

La otra razón por la que no quería despertar fue completamente distinta. Los recuerdos azotaron su cuerpo como la ola más violenta en la playa. Se preguntó allí, en medio de su vergüenza, por qué demonios la droga que le administró Michael no podía ser como las demás drogas, una que le hiciera olvidar lo que hizo, lo que su cuerpo hizo, lo que suplicó.

Lo recordó tan vívidamente, que fue imposible no notar el aleteo de placer en su vientre bajo.

La segunda razón era Luke.

No quiso despertar, porque después de la pesadilla que Josh y Michael le hicieron pasar, darse cuenta de que estaba entre los brazos firmes de Luke Castellan se sintió como un alivio, como una mano brillante y dorada que lo saca de la oscuridad. No quiso despertar, porque despertar sería tener que admitir lo mucho que su cuerpo disfrutó estar a merced del traidor mayor, del que comenzó la guerra que podría causar el final del mundo como lo conoce.

La imagen de Luke lo persiguió en sus sueños, su torso desnudo, sus piernas fuertes, sus brazos sosteniéndolo y sus manos, más suaves de lo que imaginó, presionando el punto exacto en su interior para llevarlo al éxtasis.

Pero tuvo que despertar, avergonzado o no.

Los susurros a su alrededor le impidieron seguir durmiendo. No pudo ni siquiera fingir que lo hacía, sus preguntas preocupadas le causaron un poco de gracia. Allí estaba otra vez ese pensamiento. Estaba en el bando de los malos, rodeado de traidores y asesinos, pero esos traidores y asesinos rodearon su cuerpo en la cama como un par de chiquillos preocupados.

Abrió los ojos lentamente, intentó enfocarse en un punto neutro primero. Eso tampoco se lo permitieron, cuatro cuerpos saltaron sobre el suyo.

—¡Está vivo! —exclamó Ethan.

—Mierda, Ethan —masculló Chris—. ¿Te cepillaste? ¿Qué demonios comiste? Te apesta la boca.

—¡No comí nada! —se quejó Ethan—. Me tomé un café y salí a fumar contigo en la terraza.

ANANKÉ, Luke Castellan.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora