CAPÍTULO 37

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LUKE

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LUKE

TENER A UN SUPUESTO PRISIONERO VIVIENDO CON ELLOS YA ERA demasiado extraño para Luke, quien jamás vio en sus planes el tener que adecuar su vida a alguien como Rowan Ashford. Meses atrás, su único propósito era encontrar a Percy Jackson, sacar la corona de Cronos de su interior y terminar con esa rebelión, pues sólo así podrían darle comienzo a la nueva Edad de Oro. Allí, despertando con los primeros rayos del sol, su prioridad más grande fue intentar no despertar a Rowan cuando se levantó de la cama.

No tuvo éxito.

Rowan se aferró a su torso descubierto con brazos fuertes. Estaba despierto, pero aún tenía los ojos cerrados y una mueca de falsa inocencia.

—Rowan.

—Mhmm.

—Tenemos que levantarnos.

Rowan finalmente abrió los ojos. Bendijo a Luke con esa mirada verdosa llena de somnolencia y tranquilidad. Un prisionero jamás se habría despertado con esa paz en sus ojos, jamás se había aferrado a su captor con un agarre ligeramente flojo, jamás se habría enderezado en la cama para girar el cuerpo de Luke y dejarlo debajo del suyo.

Jamás lo habría besado de esa forma.

—¿Realmente nos tenemos que levantar? —preguntó en una queja, mientras Luke seguía perdido en el sabor mentolado de sus labios.

—Teniendo en cuenta que hoy es el primer día de tus amigos en el barco, sí, nos tenemos que levantar —asintió—. Les prometiste que nos sentaremos a explicar todo con más detalle.

—Sí, bueno —musitó Rowan—. Tampoco es que yo esperaba esa reacción de Leo. ¿Chris está bien?

Luke soltó una risa breve.

—Sí, no hay rencores de su parte.

Ninguno esperaba esa reacción de Leo Valdez.

El día anterior, después de que todos entrasen en la enfermería e hicieran el miserable intento de explicar la situación de Rowan, Leo reconoció a Chris como el responsable de destruir la carreta voladora que había estado construyendo frente a la cabaña de Hefesto. La destruyó el día del ataque al campamento y Leo no olvidó su rostro. De acuerdo con Rowan, Leo jamás olvida un rostro.

Mucho menos olvida el rostro de alguien que ha echado a perder una de sus más preciadas invenciones.

Como resultado, Leo saltó de la camilla y atacó a Chris. Ethan, por supuesto, se echó a reír y no creyó necesario ayudar a Chris, hasta que la nariz de Chris crujió bajo los puños de Leo. Por suerte para Chris, una nariz rota era pan comido para el néctar y la ambrosía.

—¿Crees que Silena y Piper estén bien? —preguntó Rowan—. Ambas se veían algo tensas ayer.

Dos hijas de Afrodita que eran como el agua y el aceite. Silena jamás dudó en utilizar los favores heredados por su madre para su propio beneficio, Piper detestaba tener que utilizar esas herramientas. Aún estaban pisando un hielo muy delgado, lo más peligroso era no tener una idea de qué sucedería si ese hielo se llegaba a romper.

ANANKÉ, Luke Castellan.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora