CAPÍTULO 42

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LUKE

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LUKE

VARIOS DÍAS DESPUÉS, EL PRINCESA ANDRÓMEDA SE ENCONTRABA LISTO para buscar a un nuevo pasajero. Ese pasajero tenía nombre y apellido. Briana Vanderbilt, la heredera de la familia Vanderbilt, dueños de CONSTRUCCIONES YAWNTU, fundada por su padre, Evan Vanderbilt. Briana era de las pocas hijas de un dios o diosa menor, Hécate en su caso, que fue reclamada antes de que toda la guerra estallara.

Los preparativos para ese cambio de ruta fueron repentinos y fastidiosos. Luke aún no había encontrado el tiempo de hablar con Chris al respecto. Después de escuchar la bomba que soltó su hermano, Luke salió de la enfermería y no le dirigió la palabra desde ese momento. No lo hizo por molestia, sino por miedo.

Eso es lo que no quería, de eso había huido toda su vida. Chris fue descuidado, cometió un grave error. Sin embargo, si Briana deseaba tener ese bebé, él no haría nada para impedirlo. La decisión estaba en manos de esa chica. En lugar de discutir con Chris al respecto, Luke se tomó esos tres días para preparar todo. Cambió la ruta y le pidió a Tammi y Kelli que regresaran a Long Island.

Silena disfrazó el barco con ayuda de Piper. Ambas contaron con suficientes hechizos —gracias a una hija de Hécate que también estaba en el barco— para hacer lucir al Princesa Andrómeda como un barco de pesca cualquiera. Estaban en temporada, así que no levantaría sospecha en los campistas.

—¿Luke? ¡Luke!

¿Qué?

Rowan se trepó a su regazo.

—¿Debería ofenderme por esto?

—¿Por qué deberías ofenderte?

—Me tienes en tu cama, desnudo, sobre tu regazo —enumeró—. Pero no has hecho más que ignorarme desde que despertaste, esto es bastante ofensivo.

Después de tres infernales días, Luke finalmente encontró las fuerzas para echarse a reír. Rowan tenía razón, era una completa ofensa, una falta de respeto en su enteridad, ignorar una obra como esa. Un cuerpo tallado con la intención de ser adorado, la imagen que le robó el oxígeno del pecho, del cuerpo entero.

Rowan aún tenía las marcas de lo sucedido la noche anterior. Cada día era más difícil mantener sus manos lejos de él. Tenía los restos de sus besos en el cuello, tenía la marca de sus dientes en el pecho y la sintonía de sus quejidos en el sonrojo natural de sus orejas. Esa sonrisa floja y abierta, el hoyuelo profundo en su mejilla derecha y los mechones cobrizos siendo un completo desastre.

—Lo siento.

¡Já! El temible Luke Castellan, el dolor de cabeza de los dioses, le pedía perdón a un simple chico. En esa oración había más de un error. Él no era simplemente temible, los dioses no podían descansar por su culpa. Además, Rowan no era un simple chico. Mientras los dioses temblaban en sus tronos, él temblaba en su cama, siendo golpeado por la visión que era Rowan.

ANANKÉ, Luke Castellan.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora