CAPÍTULO 26

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LUKE

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LUKE

PARA UNA HIJA DE IRIS, COMO ADA JOY, ERA POSIBLE CREAR PORTALES POR los que uno pudiese pasar, siempre y cuando las distancias se encontraran en un rango menor a cincuenta kilómetros. El Princesa Andrómeda atracó en el muelle de cruceros en Seattle, lo más cerca que podrían estar de Leavenworth en agua. Aún faltaban recorrer alrededor de doscientos veinte kilómetros más.

De no haber sido por la presencia de Rowan, habría tomado cualquier auto y seguido en tierra, pero algo le dijo que debían tener cuidado con ese chico, en especial después de ver cómo la planta en la ventana crecía cada día más, aún sin dar flores.

Se dispuso a observar por la ventana a los demás habitantes de Seattle abordar sus respectivos cruceros, hasta que la puerta de la habitación se abrió, mostrándole los rostros preocupados de sus cuatro amigos. Detrás de ellos cuatro, Rowan se encontraba cruzado de brazos.

—¿Por qué seguimos aquí? —preguntó Chris—. No podemos perder tiempo, debemos salir de una vez si queremos llegar a Leavenworth al mediodía.

—Puedo conseguir un auto en cuestión de minutos —asintió Silena.

Luke gruñó.

—¿Olvidan eso?

Rowan frunció el ceño, visiblemente ofendido, después de ser señalado de esa forma.

—¿Eso? —repitió—. Tengo nombre.

Ethan frunció el ceño.

—¿Qué hay con él? —preguntó sin entender—. Rowan vendrá con nosotros, claro.

Para sorpresa de Luke, todos sus amigos se mostraron de acuerdo, como si esa fuese la respuesta más obvia para todos ellos.

—Dejarlo con Edward, los monstruos y los demás campistas es arriesgado —dijo Ada Joy—. Nos encargamos de los demás, pero nada nos asegura que no queden traidores por aquí escondidos. He creado un punto de acceso para todos los mensajes Iris. Si uno de ellos trata de crear uno para comunicarse con alguien más, se cerrará de inmediato y podré saber quién es.

—Lo mejor es no arriesgarnos —espetó Chris—. Rowan vendrá con nosotros. Si realmente hay grupos de semidioses en Leavenworth, será de mucha ayuda que se fíen primero de Rowan, así nosotros podremos realizar una emboscada.

¿Lo peor de todo? Esa era una gran idea.

Rowan no se vio nada molesto con la idea de ser la carnada, no reaccionó en absoluto, únicamente se afincó de la ventana y observó Seattle con la mirada ida. Luke tardó un poco más en recordar la razón; Seattle era una de las ciudades donde se encontraban distribuidas las oficinas más grandes de la empresa de su madre. Centros de comunicación y seguridad que lograrían llevar a Rowan a casa. Incluso allí, apoyado de la ventana abierta, podría haber gritado por ayuda para llamar la atención de los demás transeúntes.

ANANKÉ, Luke Castellan.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora