CAPÍTULO 11

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ROWAN

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ROWAN

LA PRIMERA COMIDA COMPLETA LLEGÓ AL DÍA SIGUIENTE. ROWAN NO esperaba un banquete, ciertamente tampoco esperaba algo líquido con qué poder bajar la comida, ya que Luke fue tan amable como para dejarle esa botella de agua el día anterior. Rowan tomó un pequeño sorbo en todo ese día, gastar toda el agua en medio de su desesperación sería una terrible idea, nada le aseguró que volverían a ser tan considerados con él.

Y tuvo razón en racionarla.

No fueron Luke, Chris, Ethan, Silena o la extraña chica de antes quienes le llevaron la comida. Sorprendentemente, Rowan hubiera preferido que fuesen ellos. Reconoció los rostros de esos campistas traidores incluso antes de que estuviesen frente a la jaula con la bandeja de comida. Recordó sus nombres, pero no sus apellidos, Josh y Michael, dos chicos de no más de veintidós o veintitrés años que adoraban aterrorizar a los demás campistas.

Eran, con las palabras más sencillas, unos completos bravucones. Sus bromas no eran como las de Connor y Travis, no eran bromas inocentes de las que uno podría burlarse después, aún siendo la víctima. No, sus bromas eran agresivas en nombre de la «diversión». Abusaban de los más jóvenes, se quejaban del privilegio de aquellos que fueron reclamados.

Rowan conocía poco de ellos, ambos crecieron en hogares de acogida cuando el orfanato los sacó al cumplir quince años de edad. Luego, después de un robo a mano armada en una tienda pequeña, ambos pasaron a la correccional juvenil, donde estuvieron hasta los dieciocho. Un sátiro los recogió de la correccional y, desde ese entonces, causaron problemas tras problemas en el campamento mestizo.

Y Rowan era una de sus víctimas favoritas.

Joven, adinerado y privilegiado, con una familia que se preocupaba por él y abiertamente homosexual. Eso, para dos jóvenes criminales nacionalistas como Josh y Michael, lo convertía en todo lo que estaba mal con América. Por esa razón, Rowan deseó haber visto nuevamente el rostro de Luke Castellan. Luke lo necesitaba para algo, aún no sabía para qué, pero su intención era mantenerlo vivo hasta obtenerlo. Josh y Michael se aprovecharán de cualquier instante para lastimarlo.

—¡Vaya! —silbó Michael—. Era cierto, Josh.

—Ya lo veo —sonrió Josh—. El jodido maricón del campamento está aquí.

Rowan rodó los ojos.

—¿Qué podría necesitar el jefe con esta puta mariposa de acá? —escupió Michael.

—No lo sé, tampoco me importa —soltó Josh—. Dejale la comida y salgamos de acá, este lugar es asqueroso.

—Este lugar es ideal para alguien como él. —Michael lanzó la bandeja al suelo, justo en frente de la jaula. Una hamburguesa envuelta en papel grasoso cayó lejos de él, igual que el tazón con fruta y una barra de chocolate oscuro—. No mereces ni comer, están siendo demasiado benevolentes contigo. Una escoria como tú merece arder en el infierno.

ANANKÉ, Luke Castellan.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora