CAPÍTULO 43

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ROWAN

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ROWAN

TENER A BRIANA VANDERBILT EN EL BARCO FUE UNA NUEVA ESPECIE de tranquilidad. Briana les llevó algo de tranquilidad, una paz que no recordaban tan claramente. Rowan consideró una lástima que Briana no pasara tanto tiempo en el campamento, ya que era de las pocas que sí disfrutaban teniendo una conversación normal con él. Jason decía que se trataba de la similitud entre ambos, Rowan no lo consideraba así.

Sería un enorme honor parecerse a Briana, tan bondadosa y dulce. No podía aceptar parecerse a ella por temor a manchar esa sonrisa. Él ya no era bondadoso, no era dulce, sino un traidor infectado con el veneno de la rebelión. Marcó sus venas y su sangre entera, removió su sistema para que Luke Castellan fuese lo único en su mente.

Y no se arrepentía.

¿Cómo podía arrepentirse? Viéndolo allí, una mañana más después de entregarse a él con todo lo que su cuerpo podía ofrecer, Luke se levantó de la cama y le dio esa mirada que estaba reservada únicamente para él. El orgullo y la satisfacción fueron tan grandes como su sonrisa. Enfermo, retorcido, repugnante, esas serían las palabras que muchos utilizarían para describirlo por haber sentido su corazón saltar ante esa visión.

Ante la visión de su raptor, del hombre que lo secuestró y lastimó.

Seré un enfermo, pensó, pero encontraré la cura en sus labios.

Luke lo besó suave, como lo hacía en las mañanas. Labios que sabían a café negro y fuerte, a biscochos de nueses y a poder.

—Ven conmigo hoy —pidió sobre sus labios—. Después de la reunión con los dioses menores, ven conmigo, iremos a caminar por la ciudad.

—Por supuesto.

Los ojos de Luke brillaron. Dos bombas de tiempo con tormentas azuladas que por poco le sacan un jadeo. Verlo era un recordatorio más de que seguía siendo un prisionero, pero no del tipo que mantienen en una jaula y matan de hambre. Era un prisionero de algo más peligroso que una jaula; el hombre.

Un hombre con un propósito, lo cual lo hacía cientos de veces más peligroso. Su temor ya no era por la posibilidad de morir de hambre, sino de que el propósito de Luke sea más poderoso que su cariño hacia él. ¿Rowan sería una idea más que moriría después de la guerra? ¿Qué lugar tendría él si Luke lograba triunfar?

¿Luke siquiera pensaba en él cuando imaginaba el futuro?

—¿Podemos hacer una parada hoy cuando termine la reunión? —preguntó.

Luke le llevó una taza hasta la cama. Era su café, negro hasta la mitad, luego leche, crema y un puñado de malvaviscos por encima.

—Claro que podemos —asintió—. ¿Hay algo que necesites?

—Un par de cosas —contestó en voz baja.

Si aún no tenía la certeza de qué sucedería consigo mismo, entonces seguiría el consejo de su madre. Siempre hay que tener una salida de emergencia, una especie de garantía de que no perdería el alma por haberse encaprichado con la persona equivocada.

ANANKÉ, Luke Castellan.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora