CAPÍTULO 20

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LUKE

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LUKE

ROWAN CAYÓ INCONSCIENTE DESPUÉS DE DARLE A LUKE UNA ÚLTIMA MIRADA. Tenían un solo doctor en el Princesa Andrómeda, un prestigioso médico que, para conveniencia de ellos, también era mestizo. Luke conoció a Edward Murray hace un par de años, después de resultar gravemente herido en uno de sus intentos de establecer comunicación con Cronos. Uno de los altares que crearon para Cronos estalló, resultando en Luke siendo arrojada a varios metros de distancia y con una enorme herida abierta en su pecho.

Desde ese momento y, por supuesto, aprovechándose de la rabia de Edward hacia los dioses, Luke lo hizo parte de su equipo.

Con una evaluación rápida, Edward pudo darles la respuesta que ya sospechaban.

—Este chico ha sido envenenado.

—Maldición —masculló Silena—. Esa comida era para ti, Luke, o eso pensaban los de la cocina.

—¿Morirá? —preguntó Luke.

Edward colocó su mano sobre el estómago de Rowan.

—Bueno, eso depende.

—¿De qué? —inquirió Luke.

—¿Deseas que lo salve? —Edward se enderezó—. De acuerdo a lo que Ethan me dice en sus visitas, este chico te ha causado varios problemas. Me parece extraño que no te hayas deshecho de él antes, es lo que normalmente haces, ¿no?

Deshacerme de aquellos que no sirven.

—La decisión está en tus manos —insistió Edward—. Puedo salvarlo. El chico no está en su mejor estado, me sorprende que tenga fuerzas para seguir luchando contra el veneno, pero sobrevivirá. Si no deseas salvarlo, entonces no debemos hacer nada. El veneno lo matará mientras duerme.

El veneno lo matará mientras duerme.

No sentirá dolor.

Luke se acercó a la cama y tomó asiento junto a Rowan. Esa fue una imagen extraña, no, más que extraña, fue insólita. Eso, algo dentro de él gritó que ver a Rowan Ashford de esa forma era inaceptable. Rowan Ashford, aún estando mugroso y con ese cabello cobrizo hecho un desastre, brillaba de formas que Luke no terminaba de comprender.

Allí, limpio y con las mejillas pálidas, ese brillo se iba apagando lentamente.

No tenía ese color rosáceo natural en sus mejillas, casi no podía distinguir las pecas en su piel. Era un bastardo que representaba todo lo que Luke odiaba, el privilegio, el poder pasado en familia sin ser merecido. Dejar que Rowan muera sería salir de un problema más, él no tendría la sangre del heredero en sus manos, alguien más habría hecho el trabajo por él.

Dejar que Rowan muera sería evitar la investigación de Anastasia Ashford, echarían su cuerpo al mar, donde las criaturas de Percy Jackson seguramente lo encontrarán. Días después estarían viendo las noticias y allí se encontrarían con el rostro de Rowan Ashford. Conocía a las madres como Anastasia, ella posiblemente prometería venganza por su hijo, mostraría la mejor foto que tuviese de Rowan —tal vez esa donde sonríe frente al Támesis con una bufanda verde y esa enorme sonrisa— y luego el mundo lo olvidaría.

ANANKÉ, Luke Castellan.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora