CAPÍTULO 13

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ROWAN

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ROWAN

NO LOGRÓ MANTENER LA CUENTA DE LAS HORAS QUE PASÓ ALLÍ ENCERRADO, su mente se nubló después de pasar la primera noche allí. Con el estómago vacío y el dolor en su cuerpo siendo lo único que lo mantenía despierto, Rowan no pudo evitar desear que terminaran con eso de una jodida vez. ¿Acaso gozaban jugando con él y sus nervios? Probablemente sí. Prefería morderse sus propios dedos y masticarlos para pasar el hambre antes que tener que ver otra vez a Michael y Josh.

Por fortuna para él, la siguiente persona que lo fue a ver no fue ninguno de esos dos, tampoco fue Luke.

Fue Silena Beauregard.

Abrió la puerta lentamente, como si no quisiera bajar a ese lugar. Rowan jamás la podría culpar por ello, él mismo no había logrado pegar un ojo en todo ese tiempo. La oscuridad se aferraba a él como el único consuelo en esa asquerosa jaula. En el pasado, Rowan habría temblado hasta perecer por tanta oscuridad, allí tuvo que recibir a la oscuridad como un amigo más.

Como su única aliada.

Silena bajó por las escaleras iluminando el sótano con su presencia. No era una mera exageración, ella en verdad lo iluminó todo. Los rayos del sol crearon un reflejo radiante en la tiara que adornaba su cabello azabache. El atuendo invernal era una mezcla de la colección más reciente de alguna marca costosa y un estilo parecido a los conjuntos de equitación, con un largo abrigo negro que ondeaba con cada paso que dio hasta la jaula.

—Buenos días —murmuró.

Silena se detuvo abruptamente ante sus palabras.

—¿Qué dijiste?

Rowan frunció el ceño.

—¿Buenos días?

—Oh. Claro —asintió—. Buenos días para ti también, aunque son las dos de la tarde.

Silena se agachó y Rowan casi le pide que no lo hiciera, le parecía una pena tremenda que esas botas de tacón se mancharan con tanta suciedad, pero a ella no pareció importarle cuando se arrodilló junto a él al otro lado de la jaula y metió su mano entre los barrotes para tenderle algo.

Un paquete de seis barras de proteína.

—Gracias.

—Eres extraño, Rowan Ashford.

—¿Lo soy?

Silena buscó otra cosa en la bolsa que cargaba.

Dos botellas de agua, una de un líquido ligeramente opaco y un sobre de papel pesado.

—Es ambrosía y néctar —dijo—. Te ayudará con el dolor. Las barras de proteína son creadas especialmente para los semidioses, te darán un poco más de fuerzas.

Rowan observó todo con confusión.

—¿Por qué haces esto?

Silena le ofreció una sonrisa.

ANANKÉ, Luke Castellan.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora