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Isla


Isabella

Al llegar a la casa me baja, y me empuja hacia el carro para entrar, me trató de soltar, pero es imposible, la fuerza mía no se compara con la de él.

Llevamos una hora en carro, me he dormido como tres veces, he leído dos libros y hasta me puse a contar los árboles... si estúpido de mi parte.

Al frente va manejando el padre de Max, que por cierto, no lo había visto, y de copiloto la señora que invoco algo en la fiesta, atrás va Max, Lucca, y Aless conmigo, el menor y yo vamos peleando por un tonto juego, dizque veo.

-Veo, veo - Dice el menor.

-Qué vez- respondo en modo de canto.

-Una cosa.

-¿Que cosa?

-maravillosa.

-¿De qué color?

-De color...- piensa por unos segundos - Color rojo.

-¡Color rojo...! ¡Mi vestido!

-No. - dice negando con la cabeza.

-¿Los zapatos?- pregunto.

-Tampoco.

-El carro ese - señalo un carro que se me hace bastante familiar.

-No - dice en un tono divertido.

-Ay, no, ya no quiero jugar, juega tú solo. - Digo ya cansada de decir cosas y siempre me contesté con el No.

-Vamos Chabela, no sabes perder.

-¡Tú no sabes jugar, es algo que podamos ver ahora mismo!

-No, así no son las reglas.

En un momento todo se quedó en silencio, me volteo para ver a Aless mejor, y me abalanzó sobre él, pero no duramos mucho por qué Max me separa.

-Quédate quieta - Me dice en el oído con una voz gruesa. - Ese vestido te queda muy bien, no me imagino verte sin él.

<< Uy zonaaaa >>

Me quedé quieta, congelada, siento como una mano en mi muslo apretarla, y acariciarla, subiendo y bajando hasta mi zona íntima.

<<Dios, si esto es el paraíso, me quedo aquí>>

El carro cierra de golpe, y se bajan todos, y al bajarme lo veo... era él... mi papá.

<<¿Qué marca de sal seré yo?>>

Max al darse cuenta rápidamente hace que me suba al avión, y en un abrir y cerrar de ojos, estoy dentro, con miedo y temblando camino hacia donde me dirijo Max.

-Tranquila, que él no te puede hacer nada - me dice en un tono suave.

Asiento, y me siento al lado de la ventanilla, luego entran los demás y cada uno se acomoda en un lugar, mis piernas tiemblan.

<<No, ahora, por favor >>

Me estaba dando un ataque de asma... traté de controlarlo pero no puedo.

Siento leve opresión en el pecho. Pensé que era solo una molestia pasajera, pero pronto se intensificó. Respirar se volvió más difícil; cada inhalación era un esfuerzo enorme. Sentía como si alguien estuviera apretando mi pecho con fuerza.

Mis sibilancias se hicieron más fuertes, un sonido agudo y constante que resonaba en mis oídos. Mi garganta se cerraba, y cada intento de tomar aire parecía inútil. La ansiedad empezó a crecer. Mi corazón latía con fuerza, y el pánico se apoderaba de mí.

Intenté usar mi inhalador, pero los minutos pasaban y el alivio no llegaba. Cada segundo se sentía interminable. Mis labios empezaron a tornarse azulados y la sensación de asfixia era abrumadora. Necesitaba ayuda, y la necesitaba rápido.

Todo sucedió tan rápido que apenas pude reaccionar. El aire simplemente no llegaba a mis pulmones, y el pánico me invadió. Mi visión se nublaba y las sibilancias eran cada vez más fuertes. De repente, sentí la mano firme de Max en mi hombro. Buscó frenéticamente en mi bolso y sacó mi inhalador.

-Aquí, respira hondo cariño-me dijo con una calma que me sorprendió.

Tomé el inhalador y, siguiendo sus indicaciones, inhalé profundamente varias veces. Max no dejó de hablarme en todo momento, susurrándome palabras de ánimo y asegurándome que todo iba a estar bien. Poco a poco, mi respiración comenzó a estabilizarse. El pánico dio paso a un agotamiento abrumador.

Max ajustó su asiento y me invitó a recostarme contra él. Sentí su brazo rodeándome y su mano acariciando mi espalda, dándome una sensación de seguridad que tanto necesitaba en ese momento. Con su voz suave y tranquilizadora, me dijo que me relajara, que estaba a salvo.

Me dejé llevar por su calor y su tranquilidad. Cerré los ojos, sintiendo cómo mi cuerpo se relajaba en su regazo. El ritmo constante de su respiración y la suavidad de sus caricias me arrullaron. Poco a poco, el sueño me venció, y me quedé dormida en sus brazos, respirando con calma, mientras el avión seguía su curso.

Al despertar me di cuenta de que estaba en una cama, y en la gran ventana que tenía el cuarto en dónde me encontraba, se veía la playa, ¿en qué momento llegamos?

<<¿Será que si me tiró siete veces de espalda al mar se me quita lo salada?>>

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Lo prometido es deuda!!

Oigan estuve llorando por qué se hizo viral mi historia, gracias de verdad, se les quiere un montón.

Estaba pensando en hacer un grupo en telegram o en WhatsApp, sobre el libro para darles adelantos y esas cosas, que dicen?

Si se preguntan de dónde es Isabella.

Ella es de la costa, osea es costeña, no les voy a decir de que parte por qué más adelante saldrá.

Besitos en las latas muakkk.

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