Isabella
Max dormía a mi lado, su respiración rítmica y profunda, mientras yo seguía despierta, presa de mis propios pensamientos y temores.
Intenté cerrar los ojos, pero apenas lo hacía, aquellas imágenes volvían a aparecer. Los recuerdos de los abusos, de las noches donde me sentía tan pequeña y vulnerable, se mezclaban con la oscuridad del cuarto, envolviéndome en una angustia que apenas podía soportar. No quería moverme, no quería despertar a Max, pero la desesperación me ganó y terminé soltando un pequeño gemido, casi sin darme cuenta.
Max se removió a mi lado, y pronto sentí su mano en mi espalda. Se acercó hasta que su abrazo me rodeó por completo, cálido y protector, como si con solo tocarme pudiera alejar todos mis demonios.
—Shh... tranquila, Isa —me susurró al oído, acariciando mi cabello. Su voz baja y calmada fue como un bálsamo. Me aferré a él, buscando en su abrazo el refugio que tanto necesitaba—. Estoy aquí. Todo va a estar bien, te lo prometo.
Nos quedamos así durante unos minutos, y aunque su abrazo me daba paz, aún sentía esa sombra en mi interior. Las palabras que llevaba tanto tiempo guardando finalmente se abrieron paso en mi mente, y no pude evitar preguntar, con un nudo en la garganta:
—¿No te da... asco estar con alguien como yo? —mi voz apenas fue un susurro, llena de una vergüenza que me quemaba por dentro—. Alguien que... que ya fue tocada por varios hombres...
Max se tensó por un instante, y luego se apartó solo lo suficiente para mirarme a los ojos. Su expresión era una mezcla de furia y dolor, pero esa mirada no estaba dirigida hacia mí. Su mandíbula se apretó y sus ojos parecían arder de rabia.
—Isabella, jamás pienses eso de ti —respondió con firmeza, tomando mi rostro entre sus manos—. Si pudiera, prendería fuego al mundo solo para ver arder a cada una de esas personas que te hicieron daño. No me importa lo que ellos hicieron, lo que importa es que ahora estás aquí, y no dejaré que nadie más te lastime, jamás.
Su declaración fue tan intensa que me hizo estremecer. La sinceridad en sus ojos, la fuerza en sus palabras... todo me hacía sentirme un poco más segura. Pero aún había algo que me carcomía, un secreto que nunca había compartido con nadie, y sentí que, quizás, era momento de dejarlo salir.
—Max... —murmuré, tomando su mano para aferrarme a él—. Hay algo que nunca he contado... algo que me pesa tanto que, a veces, siento que no puedo respirar.
Él me miró con paciencia, acariciando suavemente mi mejilla para darme el valor que necesitaba.
—Puedes contarme, Isa. No importa lo que sea, estoy aquí para ti.
El aire se tornó pesado, y sentí que el silencio de la habitación se hacía más denso, como si incluso el mundo hubiera dejado de respirar. Miré a Max, sus ojos llenos de preocupación y ternura, como si ya supiera que iba a ser algo doloroso, pero estaba dispuesto a escucharlo, a sostenerme cuando las palabras salieran de mi boca y mi corazón se desmoronara.
Tomé un respiro profundo, sentí mis manos temblar, y finalmente lo dejé salir.
—Cuando era adolescente… —las palabras se atoraron en mi garganta, pero la mirada tranquila y firme de Max me dio el impulso para continuar—. Quedé embarazada de mi propio padre.
Sentí su abrazo hacerse más fuerte, como si quisiera que nada en el mundo me apartara de él en ese momento. Pero las imágenes no se iban. Las noches aterradoras, el dolor, el asco que sentía hacia mí misma… todo eso aún vivía en mí, como una herida que nunca cerraba.
—Tuve tanto miedo de contárselo a alguien —continué, con la voz quebrada—. Sabía que si le decía, me pasaría algo peor. Así que... intenté... —las lágrimas comenzaron a caer, pero no pude detenerme—. Hice cosas para tratar de… abortarlo yo misma.
La respiración de Max se hizo pesada, y sentí su mandíbula apretarse mientras me miraba, sus manos firmemente aferradas a las mías, dándome la seguridad que necesitaba para sacar a la luz ese dolor.
—Una vez logré escapar para ir al ginecólogo, pensando que podría ayudarme... pero él también se aprovechó de mí, como si fuera un objeto al que podían usar y desechar sin consecuencias. Cuando me regresaba a casa, no había carros. Me fui caminando, sola, sintiéndome rota, como si nunca pudiera escapar de aquello. Pero el doctor me alcanzó… y pensé que sería amable, que solo me estaba ayudando a llegar más rápido, pero me equivoqué.
El rostro de Max reflejaba una ira contenida, y sus ojos se oscurecieron. Me aferré a su mano, recordando la desesperación que sentí ese día, el miedo que nunca me había abandonado.
—Cuando se detuvo y me metió al auto, yo solo quería desaparecer. Pero vi un cuchillo en el asiento… no recuerdo en qué momento tomé la decisión, solo sé que lo hice. Lo enterré en él, y… no me detuve hasta que sentí que ya no podía hacerme más daño.
Las palabras salieron entre lágrimas y sollozos, y Max se inclinó para abrazarme, cubriéndome en sus brazos, como si quisiera protegerme de cada recuerdo que me había destrozado en el pasado. Sentí su mano acariciar mi cabello mientras me susurraba palabras de consuelo, aunque yo ya no podía distinguir lo que decía.
—Isabella… —su voz temblaba de dolor y furia—, si pudiera… si pudiera No, voy a borrar a cada una de esas personas de la faz de la tierra.
—¿No te doy asco? —pregunté, aún con el miedo de que, al contarle todo, él me viera de la misma forma en que yo me veía.
—Jamás —me respondió con determinación, mirándome a los ojos—. Eres la mujer más valiente que he conocido, y no dejaré que nada ni nadie vuelva a hacerte daño.
Nos quedamos en silencio, en la oscuridad de la habitación, y por primera vez en mucho tiempo, me sentí un poco más ligera, sabiendo que alguien conocía mi secreto y que, al menos esta noche, estaba a salvo en sus brazos.
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Llegó el amor de sus vidas.
Graciassss Colombia, por tener casi todos los días del año festivo ( los dos lunes son festivo ) JAJAJAJAJ
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En esa cuenta subo contenido de mis libros.
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🔥Amor En Candela🔥
RomanceLlevo marcas en la piel, invisibles al mirar, cicatrices que el tiempo no logró apagar. Candela, así arde el recuerdo, las llamas de un pasado que aún muerde por dentro. Fui prisionera de golpes, palabras y frío, un eco constante, un etern...