Donas
Isabella
Llegamos a la casa después de un largo día. Max, se dirige directamente a su oficina, dejándome con un beso rápido en la mejilla.
-nos vemos luego - apresurado. Me quedo sola en la cocina, disfrutando del silencio y del olor a hogar.
Decido hacer donas, algo que siempre ha sido terapéutico para mí. Reúno los ingredientes: harina, azúcar, leche, huevos, mantequilla y levadura. Primero, disuelvo la levadura en la leche tibia y la dejo reposar hasta que se forma una espuma en la superficie. Mientras tanto, tamizo la harina y el azúcar en un bol grande. Luego, añado los huevos y la mantequilla derretida, mezclando todo con una cuchara de madera hasta que la masa empieza a formarse.
Vierto la mezcla de leche y levadura en el bol y comienzo a amasar con las manos. El proceso es lento, pero me encanta sentir cómo la masa se vuelve suave y elástica bajo mis dedos. Una vez que está lista, la dejo reposar cubierta con un paño húmedo hasta que dobla su tamaño.
Después de una hora, la masa ha subido perfectamente. La extiendo sobre la encimera enharinada y con un cortador de donas, empiezo a darles forma. Caliento el aceite en una sartén grande y, una vez caliente, comienzo a freírlas, girándolas hasta que están doradas por ambos lados. Las dejo escurrir en papel absorbente y, mientras aún están calientes, las cubro con azúcar.
El aroma es irresistible, pero decido esperar para probar una. En lugar de eso, me dirijo al baño. El agua caliente es un alivio, lavando el cansancio del día y la harina de mis manos. Después de un rato, salgo del baño, me visto con ropa cómoda y bajo nuevamente a la cocina.
Me encuentro con una escena encantadora: los tres hermanos de Max, junto con sus padres, están sentados alrededor de la mesa, comiendo las donas. Todos levantan la vista cuando entro y me sonríen.
-¡Son deliciosas!- exclama uno de los hermanos con la boca llena.
-De verdad, están perfectas- añade su madre, asintiendo con aprobación.
Me siento con ellos, feliz de haberles dado un pequeño momento de alegría con algo tan simple como unas donas.
Mientras saboreaban las donas, uno de los hermanos de Max se dirigió a mí con una sonrisa curiosa.
-Isabella, ¿alguna vez has pensado en abrir un negocio de repostería? Estas donas son tan buenas que estoy seguro de que tendrías éxito.
Me reí, pero fue una risa nerviosa.
-Lo he pensado, pero mi madre me prohibió cocinar cuando era pequeña. Decía que hacía demasiado desorden y me volví demasiado obsesiva con la limpieza después de cocinar.
Los hermanos y los padres de Max me miraron con simpatía, pero pronto noté algo que me hizo olvidar la conversación: los platos sucios amontonados en la encimera. La ansiedad empezó a apoderarse de mí, una sensación familiar de inquietud y descontrol.
-Perdón, pero necesito limpiar esto- dije rápidamente, levantándome de la mesa.
Me acerqué a los platos y comencé a enjuagarlos con agua caliente, tratando de mantener la calma. El ruido del agua y el acto repetitivo de fregar los platos me ayudaron a centrarme. Sabía que mi TOC era una lucha constante, pero también sabía que encontrar estos pequeños momentos de control era crucial para mantener la paz mental.
Cuando terminé, me sentí un poco mejor, aunque todavía ligeramente ansiosa. Volví a la mesa y todos me miraron con comprensión.
-Isabella, no tienes que preocuparte tanto por nosotros. Las donas fueron un regalo suficiente -dijo uno de los hermanos, con una sonrisa cálida.
-Lo sé- respondí -pero a veces necesito hacer estas cosas para sentirme mejor. Gracias por entender.
Y así, la noche continuó, rodeada de la calidez de la familia de Max y la satisfacción de haber compartido un poco de felicidad a través de algo tan sencillo como unas donas.
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Que bonitooo💕
Segunda actualización del dia!!!
El horario todavía no lo hago.
Por el grupo siempre aviso cuando actualizo💕
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Besos en las patas muak.
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🔥Amor En Candela🔥
RomanceLlevo marcas en la piel, invisibles al mirar, cicatrices que el tiempo no logró apagar. Candela, así arde el recuerdo, las llamas de un pasado que aún muerde por dentro. Fui prisionera de golpes, palabras y frío, un eco constante, un etern...