El silencio entre nosotros era denso, casi asfixiante. Mi corazón latía tan rápido que me costaba respirar con normalidad. No entendía cómo habían logrado encontrarme, y mucho menos cómo habían pasado por la seguridad de la mansión. Miré a Max, quien se mantenía firme y protector detrás de mí, su expresión oscurecida por una furia contenida.
—¿Qué están haciendo aquí? —logré preguntar, mi voz temblando ligeramente.
Mi padre dio un paso al frente, su rostro severo como siempre.
—No vinimos a discutir, Isabella. Necesitamos hablar contigo, y preferimos hacerlo en privado.
Un escalofrío me recorrió la espalda. Las palabras "en privado" viniendo de mi padre nunca eran una buena señal. Quise dar un paso atrás, esconderme detrás de Max, pero me quedé plantada en mi sitio, sin poder moverme.
Max notó mi incomodidad y dio un paso adelante, quedando entre ellos y yo, bloqueando la vista de mis padres hacia mí.
—Isabella no tiene nada que discutir con ustedes. Si necesitan algo, lo pueden decir aquí, ahora mismo, delante de mí. —Su voz era firme, sin espacio para discusiones.
Mis padres se miraron entre sí, sus expresiones tan inmutables como siempre. No parecía importarles la presencia de Max, pero sabían que no podían ignorarlo. Mi madre fue la primera en hablar.
—Max, esto no te concierne. Esta es una conversación familiar. —Su tono era frío, casi despectivo.
Max no se inmutó.
—Lo siento, pero todo lo que tenga que ver con Isabella me concierne. Así que si quieren hablar, lo hacen conmigo aquí. Si no, ya pueden irse.
El silencio volvió a caer sobre nosotros, cargado de tensión. Por un momento, pensé que mis padres se marcharían, pero mi padre dio un paso adelante, quedando peligrosamente cerca de Max.
—Esto no es un juego, muchacho. —dijo mi padre con una voz que no dejaba lugar a dudas sobre lo que implicaba su amenaza—. Es mejor que nos dejes hablar con nuestra hija, o podrías arrepentirte.
Max no se movió ni un centímetro. Sabía que su simple presencia era suficiente para intimidar a la mayoría de las personas, pero mis padres no eran como la mayoría. Yo sabía lo que eran capaces de hacer, lo que habían hecho en el pasado.
Sentí el pánico empezar a crecer dentro de mí, amenazando con desbordarse. Mi cuerpo entero comenzó a temblar. Pero justo cuando sentí que el miedo me paralizaría, Max giró su cabeza hacia mí, mirándome directamente a los ojos. Su mirada era suave, tranquilizadora, un contraste tan grande con la forma en que había estado enfrentando a mis padres que me tomó por sorpresa.
—Cariño, tú decides. Si quieres hablar con ellos, estaré aquí, contigo. Pero si no quieres, no tienes que hacerlo. —Su voz era tan firme y protectora que sentí una ola de alivio recorrerme.
Tomé una respiración profunda, tratando de calmarme. Max tenía razón. No tenía que hacer nada que no quisiera hacer. Pero sabía que si no hablaba con ellos ahora, no se detendrían, seguirían persiguiéndome, y la tranquilidad que había tenido durante esta última semana desaparecería para siempre.
—Está bien, hablaré con ustedes. —dije finalmente, aunque mi voz salió un poco más débil de lo que quería.
Max apretó suavemente mi hombro, un gesto silencioso de apoyo.
—Pero lo haré aquí, con Max a mi lado. —añadí rápidamente, no queriendo que mis padres pensaran que iban a conseguir lo que querían tan fácilmente.
Mis padres se miraron de nuevo, y aunque vi una chispa de molestia en los ojos de mi padre, él asintió.
—De acuerdo. —dijo, con esa frialdad que me hacía sentir como una niña otra vez.
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🔥Amor En Candela🔥
RomanceLlevo marcas en la piel, invisibles al mirar, cicatrices que el tiempo no logró apagar. Candela, así arde el recuerdo, las llamas de un pasado que aún muerde por dentro. Fui prisionera de golpes, palabras y frío, un eco constante, un etern...