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Isabella

A la mañana siguiente, me levanté luego de que Max se metiera a bañar,cuando el  salió, se cambió y bajó hacer el desayuno, yo entre al baño y me quite la ropa.

Luego de salir me pongo un vestido sencillo, Max me dijo que saldríamos a dar una vuelta y conocer el lugar.

—Que linda te ves – me dice cuando entro a la pequeña sala.

Siento como me sonrojo y bajo la mirada enseguida.

—Nunca bajes la mirada cuando te hable – Habla en un tono firme.

Yo solo asiento con la cabeza, y el me da un pequeño beso en el cachete. Salimos de la cabaña y mientras íbamos por la carretera, se me ocurrió preguntar algo.

—¿El que aprendió a leer, como supo que estaba leyendo?– le digo, y el solo me mira con una sonrisa.

—¿Tu no duermes cierto?.

Suelto una pequeña risa, y entonces el también empieza a reírse.

Llegamos a lo que parece ser un centro comercial, nos bajamos del auto y atrás venían los guardaespaldas. Entramos a una tienda que tiene de todo.

—Hola , ¿en qué lo podemos ayudar? – pregunta una señorita que aparece trabajar en la tienda.

Tardamos al rededor de tres horas. salimos con siete bolsas de ropa y dos de maquillaje, luego fuimos a comer, y de regreso al auto veo algo que capta mi atención.

—Que vez amor mío. – dice Max mientras me ve.

—Nada, solo que, me pareció ver algo brillante.

Los señores que venían con nosotros se acercan y nos rodean, mientras Max me agarra fuerte la mano empieza a mirar por todo el lugar, Luego de no ver a nadie de a poquito nos acercamos al carro, me subo y Max me pone el cinturón de seguridad.

Cuando entra enseguida hace una llamada a alguien.

—¿Celeste?– ¿era una mujer...?– Espérame en la oficina, llegó en cinco...cancela eso, otro día mejor...adios

Enciende el carro y me empiezo a poner nerviosa, si sabía que mis padres volverían por mi, pero...

—Supongo que puede ser una falsa alarma – digo para que se calme.

—No mi rubia – habla con una  voz gruesa que hace que se mojen mis pantis.– vienen por ti, y eso no lo voy a permitir.

Llegamos a un edificio, muy grande, afuera tiene varios señores de negro, y al entrar nos recibe una muchacha.

—Hola señor, celeste ya lo espera, si necesita algo más aquí estoy – dice en un tono muy seductor.

No sé da cuenta que yo estoy aquí ya que me encuentro detrás de El.

—Cancela todo lo que tenga hoy – Habla en un tono frio y cortante, me pasa enfrente de el y me abraza por la cintura – dile a los chicos que le saquen permiso a Isabella, Les doy plazo hasta mañana.

Me agarra del brazo y nos vamos a un ascensor, presiona el piso y se cierran las puertas.

Las paredes del ascensor parecían cerrarse a mi alrededor. Mi respiración se volvió superficial, y el aire no entraba bien en mis pulmones. Mi visión comenzó a empañarse, y un sudor frío recorrió mi espalda.

Max, que estaba a mi lado, lo notó enseguida. Sin decir una palabra, se acercó y tomó mi rostro entre sus manos.

—Isabella, respira conmigo, por favor– dijo con voz suave, sus ojos fijos en los míos, pero yo no podía concentrarme en nada más que en el latido desbocado de mi corazón.

Entonces, de repente, sus labios encontraron los míos, primero con suavidad, pero pronto el beso se volvió más profundo, más intenso. Mi mente, que hace un segundo estaba al borde del colapso, se enfocó completamente en él. La calidez de su boca contra la mía y la presión de sus manos en mi cintura comenzaron a apartar el pánico.

Sentí cómo me pegaba más a él, sus labios insistiendo, buscando una respuesta. El beso se cargaba de algo más que consuelo. Mis manos se aferraron a su camisa, intentando mantenerme en el presente, dejar que su cercanía me anclara en esa realidad y no en mi ansiedad. Pero el deseo en el aire era palpable, haciendo que mi mente se apartara de la ansiedad y se concentrara únicamente en Max.

En medio de mi ataque siento que como los dedos de max comienzan a bajar a mi parte íntima, la  roza lentamente con mucha delicadeza, como si se tratara de la cosa más frágil del mundo, y entonces, introduce un dedo en mi vagina, y aún besándome suelto un gemido, aprieto mis piernas, mientras el dedo de el, sale y entra.

Mientras el aumenta la velocidad, introduce otro dedo, haciéndome soltar pequeños jadeos.

Y de repente, se separa, me da un último beso y me arregla el vestido, mi pelo, y me susurra en el oido.

—Esto no acaba acá amor mío.

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Hola y adiós vvs

JSJSJSJ

Que tal el cap de hoy?

Esas cosas cocinas que hacen estos dos!!!!

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