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El ver aquel rostro lleno de confusión y sorpresa, le hizo sentir un terrible escalofrío, se había osado a besarle y ahora no sabía como manejar la situación... los nervios afloraron en su ser, no sabía que diablos hacer.

Los ojos miel le miraron totalmente aturdidos, pues aquella joven fue besada por sorpresa, haciéndola sentirse nerviosa y tensa.

Solo pudo llevarse su mano a su boca, como si tratara de acallar un grito, debido a la sorpresa, y mientras quería tener alguna reacción para no hacer sentir miserable al chico frente a ella, no pudo...

— Perdóname — Dijo por lo bajo aquel pelinegro.

Temeroso ante una respuesta, decidió marcharse, comprendería si Emma no querría hablarle después de eso.

Emma se quedó estática, sintiendo un poco de pena por el azabache, pues las cosas quizás se habían malinterpretado en su amistad.

—¿Qué acaba de pasar?—Se pregunto así misma, mirando por dónde Keisuke había salido.

Respingo al escuchar el motor del auto, reaccionando en el momento, haciendo que corriera hasta la puerta principal tratando de alcanzarlo y así poder aclarar todo.

Pero al salir, Keisuke ya había arrancado por aquella calle. No pudo alcanzarlo.

El rostro de la rubia se vio invadido por la preocupación de que pasaría, o si él se sentiría mal debido a lo sucedido.

Se quedo parada en aquella acera, observando la calle, no sabiendo como sentirse.

Al entrar de nuevo al Dojo, se dirigió a la cocina y miró al suelo, notando la maceta rota y aquella planta en el piso. Cerró los ojos y suspiro, se agachó para recoger aquellos pedazos de la maceta, la tierra y proceder a sembrar de nuevo aquella plantita.

— No hay nada que no se pueda arreglar — Le sonrió aun nerviosa a aquella planta.

Su respiración se escuchaba agitada y sus manos aún temblaban, ese beso la había tomado desprevenida, pues llevaba mucho tiempo sin ser besada por alguien, aunque el de él se haya sentido como un roce.

Por otro lado Keisuke aún no había llegado a casa, se había desviado hacia el hogar de Matsuno, no le avisaría, pues se hacía la idea que el chico ya estaría en casa.

No se sentía bien, temía por la reacción de Emma y cómo serían las cosas después de haber hecho eso, estaba arrepentido y su cara lo demostraba, quería regresar y explicarle el porqué lo hizo, pero no tenía valor y en su mente no paraba de decirse que era un cobarde.

Llego al apartamento de Chifuyu y tocó el timbre, al poco tiempo escuchó que la puerta se abrió medio, miró por la abertura un tanto sorprendido a Kazutora.

Aquel chico al verlo, rápidamente abrió y le sonrió.

— ¡Hey, lloverán centellas está noche!— Hablo animado y lo abrazo.

Keisuke rió un poco y le correspondió el abrazo.

— ¿Y Chifuyu?— Indagó curioso, mirando hacia adentro.

🌼Los ojos de Emma🌼Donde viven las historias. Descúbrelo ahora