Capítulo 24

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El viaje de vuelta se hizo más ameno. Los alumnos contaban todo lo que habían vivido en aquellos días, veían una y otra vez las fotos que habían tomado y repetían los videos que habían grabado.

Al recoger las maletas Jungkook vio como Yoongi y sus amigos se reían de su cojera. Taehyung luchaba fuertemente con el impulso de golpearlos hasta la saciedad.

— ¿Por qué cojeas? —le preguntó Namjoon en una ocasión.

— Oh, eh. Me tropecé anoche con la maleta —inventó Jungkook.

Le dolía demasiado el glúteo, por ello andaba así. Lo bueno era que la ayuda de Namjoon la tendría aunque no hubiera una razón aparente para fastidiar a Yoongi y sus amigos, para Namjoon era todo un placer hacerlo.

Cuando Jungkook llegó a casa no pudo tener un peor recibimiento. Eunha corrió hacia él.

— ¿Cómo está Yoongi? ¿Te ha hablado de mí? ¿Quiere verme? ¿Le caí bien? —farfulló Eunha.

No solo le importaba poco que su hermano hubiera vuelto, sino que le atacaba a preguntas sobre alguien que había hecho que en el camino a casa fuera con un terrible dolor en la pantorrilla.

— Si, dijo que te compraras un poni y te fueras a la mierda —dijo Jungkook malhumorado, cargando con la maleta.

— He dicho que me digas lo que dijo de mí, no lo que te dijo a ti —Eunha puso los brazos en jarra y frunció el ceño.

Jungkook la ignoró y subió las escaleras para entrar en su habitación. Dejó la maleta en cualquier lado y se tiró en la cama. El viaje no había sido la maravilla que esperaba, pero al menos pudo hacérselo pasar igual a Yoongi. Estaba agotado, no podía ni pensar en una venganza.

Además, le dolía todo el cuerpo, la herida le escocía barbaridades, y siempre tendría una cicatriz con una M y una Y. Desde luego Yoongi se había pasado con aquello. Parecía que entre ellos no existían ya límites, ni en pasión ni en odio. No tenían una relación saludable, de eso Jungkook estaba seguro, pero disfrutaba hasta con los malos momentos.

La próxima vez que viera a Yoongi sería destrozado, no tendría piedad esta vez, ya que Yoongi no la tuvo ni siquiera cuando vio con lágrimas a Jungkook. Jungkook se golpeó con la almohada al recordar aquello: se habría mostrado tan débil ante Yoongi. Por eso el pálido estaba tan sobrado en el aeropuerto, le había hecho una gran jugada. Pero Jungkook no iba a ser menos, y esta desde luego sería la última.

Jungkook faltó al entrenamiento aquel día, necesitaba pensar qué le haría al día siguiente a Yoongi. Y el descanso le vino de perlas, porque se le ocurrió una brillante idea.




Puede que no hubiera ido al museo, pero estaba contento aquel día. Después de un viaje a Europa, volver al instituto debería ser como una tormenta en un día de verano, pero no fue así. Caminó hasta la escuela con paso lento, le parecía un día perfecto para pasear.

Al entrar se encontró a un grupo de chicas, que le miraban y susurraban sonrojadas. Yoongi reconoció a una de ellas, era la hermana de Jungkook, Eunha. Ella no tenía la culpa de que aquel idiota fuera su hermano, además, pensó en ella varias veces después de que Jungkook le contara toda aquella mentira.

Desde luego solo un ser repugnante usaría a su hermana para algo así. Se acercó a ella y se detuvo enfrente.

— Hola, Eunha, ¿cómo estás? —dijo al acercarse.

Las bocas de las chicas a su alrededor formaron una "o" y quedaron alucinadas de ver que Min Yoongi se dirigiera a alguna de ellas.

— Hola, Yoongi —dijo con la cara roja—. Bien, gracias —dijo casi tartamudeando y con las manos sudando.

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