Capítulo 31

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Hacia una hora que había sonado su despertador, lo había oído pero simplemente lo apagó y se quedó en la cama. No le apetecía levantarse. Su madre estaba preocupada por él, y con razón. Yoongi pasaba los días metido en la cama. Pero debía ir de una vez al instituto, o su madre acabaría llevándolo de la oreja.

Se levantó a duras penas, se vistió y se marchó. Ni siquiera se detuvo a desayunar, si lo hacía no llegaría ni a la última clase. Pensó en coger algo de la cafetería. Cuando llegó, todo el mundo estaba fuera comiendo. Yoongi se encendió un cigarro y atravesó la valla del instituto. No quería encontrarse a Jimin y a los demás, sería bastante incómodo.

Le dolía en el alma estar así con ellos, pero parecía que las cosas nunca terminaban bien para él. Había hecho lo impensable por Jungkook, pero él era incapaz de renunciar a nada por Yoongi, y aunque se moría por verlo, no lo buscaría. Se acabó, Jungkook lo había decidido por él.

Estaba cabizbajo mientras fumaba y caminaba hacia la cafetería, cuando notó que todas las miradas a su alrededor iban dirigidas a él. Cuchicheaban sin despegar sus ojos del pálido. Yoongi observó disimuladamente a cada uno de los individuos que lo observaban, puede que fueran imaginaciones suyas. Supo que no era producto de su mente cuando vio a un tío señalándolo.

Se empezó a sentir incómodo, se miró ligeramente la ropa para saber si tenía algo extraño. Vio una pequeña mancha en su camiseta, pero no pensó que la gente le mirara por esa chorrada. Se dirigió a prisa hacia la cafetería, en la puerta tomó una última calada de su cigarro y lo tiró a la acera. Abrió la puerta y entró en el comedor. La gente que estaba sentada en la mesa más cerca a la puerta, al verle, avisaron a los del otro lado. "¿Qué coño pasaba allí?", pensó totalmente desconcertado.

Decidió hacer la vista gorda y se dirigió a la cola para pedir algo, cuando alguien le cortó el paso.

— Hola, Yoongi —le saludó Miyeon.

Yoongi se sorprendió mucho de que le hablara. Después de lo sucedido en Barcelona, había vuelto a mostrarse enfadada con él.

— Oh, hola, Miyeon. ¿Cómo estás? —preguntó amablemente.

— Mejor, la verdad. Ahora sé que no era culpa mía que no te gustara. Aunque no hacía falta que me mintieras, no sé qué clase de persona te crees que soy, yo no te hubiera juzgado —dijo algo brusca.

Yoongi no entendió nada de lo que le dijo, pero no la veía muy receptiva como para preguntarle a qué se refería. No quería que le gritara delante de toda la cafetería, o peor aún, que lo abofeteara, por lo que asintió con una ligera sonrisa.

— Me alegra —se limitó a decir.

Y la esquivó para ahorrarse más problemas, desde luego las relaciones no eran lo suyo. Se encaminó a otro lugar, cuando otra chica se cruzó en su camino. La gente lo seguía observando y Yoongi seguía sin saber por qué. "¿Y ésta quién coño es?", se preguntaba Yoongi al ver a una chica que no sonaba de nada plantada frente a él.

— Te he traído algunos folletos de mi iglesia que te pueden ayudar con tu problema, Yoongi —le tendió unos papeles.

Yoongi los cogió sin apartar la mirada de aquella chica.

— ¿Mi problema? —preguntó enarcando una ceja.

— Si, te asesoran para llevarte por el buen camino. Tenemos varias charlas y algunas asociaciones aliadas... Cualquier duda, pregúntame —dijo con una amplia sonrisa y marchándose.

Yoongi ni siquiera pudo contestar. Estaba claro que todos sabían algo que Yoongi ignoraba o no se daba cuenta.

— ¡Eh, Min! —le gritó uno que pasaba por su lado. Yoongi lo reconoció, era uno de los compañeros de equipo de Jungkook —. Me preguntaba por qué no me elegiste a mí... —dijo haciéndose el gracioso.

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