Lo estuvo planeando toda la semana, en cuanto vio el cartel en el centro comercial. Preguntó a sus amigas si irían con ella, pero éstas le respondieron con una negativa, no por falta de ganas sino porque sería por la noche y aquellos barrios no eran buenos para jóvenes adolescentes. Pero Eunha tenía tantas ganas de ir que estaría allí, aunque fuera sola.
Su padre, como siempre estaba fuera, y solo tenía que esquivar al tonto de su hermano. Le había pedido ropa a Wheein, ella tenía prendas más adecuadas para un concierto de rock, Eunha solo tenía ropa de colores alegres y desde luego no eran nada sexys. Había estado toda la tarde probando modelos y finalmente se había decidido por una falda de tutú negra, una camiseta blanca, unas converse negras y medias de redecilla que Wheein se encargó de rajar para que su look quedara más rockero.
En su casa, Eunha se vistió después de cenar. Se puso la falda bajo un vaquero para que su hermano no sospecha por sus pintas. Cogió una mochila para después guardar el pantalón. También metió dinero, su móvil, sus llaves para entrar a casa sigilosamente en casa de nuevo, y un carné de la hermana de su amiga Wheein, que tenía el pelo algo más oscuro, pero tampoco eran tan distintas.
Por si acaso Eunha se estudió al dedillo aquel carné. Se pintó los ojos de negro y se echó brillo en los labios. Se veía caliente y un poco más adulta.
Bajó rápidamente las escaleras para no cruzarse con su hermano, pero se encontró con él en el salón. Estaba viendo un partido, eso alegró a Eunha, estaría tan embobado con la televisión que no se fijaría en ella.
Pasó veloz y con la cabeza baja para que no la viera maquillada.
— ¡Me voy a casa de Wheein a estudiar, luego me traerá su padre, adiós! —dijo Eunha apresurándose hacia la puerta.
— ¡Espera! —le gritó Jungkook. Eunha se paró y lo maldijo en silencio, parecía que hoy sería el único día que sería un hermano responsable—. ¿A esta hora?
— Si, es que es una nueva técnica de estudio. Estudiar día, tarde y noche —dijo poniendo una sonrisa adorable.
— ¿Se lo has dicho a papá? —preguntó con una mirada llena de sospecha.
— Claro, no te preocupes —le respondió casi sin girarse.
— No, si a mí me da igual —dijo Jungkook volviendo a mirar el partido—. Es solo que no quiero cargármela por tu culpa.
— Vale, pues hasta luego —se despidió Eunha sin oír la contestación de Jungkook por lo veloz que salió por la puerta.
No llevaba dinero suficiente para coger un taxi de ida y otro de vuelta, así que para ir cogió el autobús. Se quitó el pantalón al llegar a la parada, y se sentó a esperar. Estuvo sola hasta que se le unió una mujer algo demacrada y extraña, que le sonreía con un gesto algo desecho.
No paraba de pensar "que venga ya el autobús, que venga ya el autobús". Diez minutos después su sueño se cumplió. Se subió aprisa y se sentó cerca del conductor. La compañía del autobús era de todo menos agradable, al fondo había un viejo que no paraba de mirarla.
Más le valía a Yoongi fijarse en ella, si no ya no sabía qué más locuras tendría que hacer. El viaje se le hizo más largo de lo que en realidad fue, el local donde tocaba Yoongi se encontraba en el centro, donde los jóvenes adultos salían a disfrutar de la noche.
El Black Hole estaba en una calle concurrida, llena de gente con vestimenta parecida a la suya, solo que ellos la vestían por distinta razón que ella. Compró una entrada en la taquilla, le costó ocho dólares.
Tocaban dos grupos más aparte de los "Wastes". Se colocó en la cola del local, donde al otro lado se encontraba un portero fornido que pedía la identificación a cada uno de los miembros de la cola. Otro problema se le sumaba, había traído el carné por si acaso, Eunha no sabía que se lo pedirían sí o sí.