Estaba atónito. No se creía lo que acababa de suceder, que la persona más repulsiva del mundo, Jeon Jungkook, le hubiera besado pero más aún, de que él mismo no se hubiese apartado. Pensaba en la posibilidad de que fuera una de las jugarretas de Jungkook para fastidiarlo. Pero no tenía sentido. Él no se involucraría así ya que le importaba demasiado su propia imagen.
Por más que lo pensaba no le encontraba sentido alguno.
Se dirigió al muro donde solía tumbarse y pensar, porque es lo que necesitaba: pensar. La razón la que nunca se hubiera fijado en una mujer podía tener sentido ahora, pero él tampoco se había sentido atraído por un hombre en realidad, ni siquiera estaba seguro de si se sentía atraído por Jungkook, aunque hubiera sido algo distinto a cualquier otro beso. Puede que hubiera actuado así por los nervios o la adrenalina del momento. Tenía tantas preguntas y tan pocas respuestas.
Sus cavilaciones fueron interrumpidas por una voz femenina.
— ¿En qué piensas? —dijo la voz.
Se giró para ver de quién se trataba, era Sana, la chica que llegó el año pasado desde Francia, sus padres se divorciaron hace dos años y su madre decidió mudarse allí. Era preciosa, tenía unos ojos azul cielo que enamorarían a cualquiera, su pelirrojo pelo reflejaba el sol y su cuerpo era despampanante.
— En por qué tardabas tanto en venir a mí —le respondió Yoongi con una seductora sonrisa.
Lo cierto es que todas las dudas le ponían nervioso, necesitaba algo para distraerse, y puede que Sana fuera la solución, además, podría ayudarle a aclarar cosas.
— Bueno, mejor tarde que nunca —dijo Sana con su sensual acento francés—. ¿Qué te apetece hacer?
— Cualquier cosa mientras sea contigo —respondió Yoongi.
Andaba sin fijarse en nadie, chocaba con los demás y ni se giraba para pedir disculpas, no se atrevía a levantar la vista del suelo, por si le veía. Había besado al desecho de Min. ¿Cómo podía haber sucedido tal cosa? Si hablaba sobre ello sería su fin, sabía como eran sus amigos, y no eran muy agradables con esos temas. No podía excusarse porque ni él mismo sabía qué le había movido a hacerlo. No quería preguntas por miedo a saber la respuesta.
Le agarraron del hombro y le hicieron girarse.
— ¡Eh! ¡Jungkook! ¿Qué ha pasado? —preguntó Namjoon.
— ¿Qué ha pasado de qué? —dijo asustado. "Ya se había enterado del asunto."
— Con el examen tío, ¿lo conseguiste? —respondió Namjoon.
— ¡Ah! El examen, si, claro, eh... todo fue como lo planeé —dijo Jungkook aliviado e intentando no parecer alterado.
— Bien, me alegro. Bueno, te veo luego en el entrenamiento —se despidió dándole una palmada en la espalda.
La última persona que quería que se enterara de su pequeño desliz era Namjoon, era retorcido y agresivo, pero además era racista, homofóbico y no dudaba en imponer su opinión. Jungkook controlaba a Namjoon, pero eso era porque éste le idolatraba, y no podía permitirse que no estuviera de su lado. Lo ocurrido tenía que quedarse entre el idiota de Yoongi y él.
Sana y Yoongi pasaron toda la tarde juntos. Yoongi ya había conversado con ella en otras ocasiones. Sana era una fanática del rock, y cuando se enteró de lo del grupo de Yoongi no dudó en acudir a él. Según Yoongi, aquello solo era una excusa para acercarse, ya que la que había preguntado sobre sus grupos favoritos y no le dijo ninguno en concreto, pero le daba igual la razón de su acercamiento. Se sentía a gusto con ella. Le había enseñado la guitarra y tocado algunas canciones, pero aquella vez fue diferente. Pasearon, cenaron juntos y hablaron durante horas sobre sus vidas.