Salió de sus pensamientos para fijarse quién era el idiota que no se había apartado, y se encontró cara a cara con él, la persona que más detestaba y que podía existir en el planeta, Jeon Jungkook, el mayor de los idiotas prepotentes que había en el instituto. Aquel tipo era de lo peor que se había encontrado Yoongi.
El primer año de instituto ya eran enemigos irreconciliables, no solo porque fueran como la noche y el día, sino porque ninguno aguantaba la personalidad del otro. Yoongi siempre había detestado la gente que se creía superior a los demás, con derecho a tratarles como quisiera, pero él no pensaba dejarse intimidar por nadie, y precisamente eso era lo que Jungkook no soportaba de Yoongi. Éste siempre había ido por su cuenta, como si nada le importara, él y sus amigos eran los únicos que se atrevían en ir en contra de Jungkook y su séquito. Miraba a Yoongi con esa sonrisa de soberbia, por encima del hombro, con prepotencia. Si había algo que bajaba el ánimo a Yoongi, era Jungkook, su indiscutible enemigo desde siempre.
— Vaya. Mira a quién tenemos aquí, mi estúpido favorito. Joder, a ver si miras por donde vas —dijo Jungkook con su sonrisa más perversa.
— Siempre me parto contigo, Jeon, pero deja de intentar llamar mi atención y si estás solo pon un anuncio en el tablón. Puede que te salga un amigo —respondió Yoongi, imitando la sonrisa.
— ¿Cómo has pasado el verano, piojo? ¿Me has echado de menos? —continuó Jungkook ignorando las palabras de Yoongi.
— Tanto como a un grano en el culo, pero gracias por tu interés —le respondió Yoongi igual de burlón.
La gente se paraba a mirar, todos sabían que la relación entre los dos titanes del instituto echaba chispas, pero ninguno era tan estúpido como para meterse y quemarse.
Eunha localizó por fin a Yoongi, estaba con su hermano, discutiendo como siempre y ella nunca sabía de qué lado ponerse cuando se peleaban, que eran casi todas las veces que coincidían en realidad. Estaba guapísimo, con ese look dejado que llevaba siempre. Era increíble lo diferentes y parecidos que eran al mismo tiempo Yoongi y su hermano, cada uno a su pinta, pero sin lugar a dudas tormentosamente atractivos. Los dos eran de la misma estatura, delgados pero de constitución fuerte, sin embargo uno tenía el cabello azabache bien peinado a medias hacia atrás, zapatillas John Smith, vaqueros nuevos y chaqueta de beisbol o fútbol americano, y el otro tenía el pelo moreno, con unas converse desgastadas, vaqueros rotos y una chaqueta de cuero.
Aparecieron los amigos de Jungkook para cubrirle y apoyarle en su intento de intimidación. Eunha no podía permitir que le hicieran nada a Yoongi. Fue deprisa hacia donde se encontraban los dos, pero antes de llegar sonó el timbre para anunciar que empezaban las clases.
Los dos se quedaron mirándose fijamente en un duelo interno hasta que con el bullicio perdieron la vista el uno del otro y entraron en clase. Para mala suerte de los dos, ese año, como todos los demás, coincidieron en el mismo salón. Se sentaban cada uno en un extremo distinto, rodeado de sus amigos.
Jungkook se sentaba con Hoseok, ya que Namjoon prefería estar solo. Yoongi tuvo menos suerte puesto que no le tocó con ninguno de sus amigos, pero no carecía de recursos. Caminó hasta el final del aula y se paró frente a una chica de pelo castaño rojizo.
— ¿Puedo sentarme contigo? —preguntó con una encantadora sonrisa.
La chica alzó la vista y sonrió al instante.
— Ya pensé que te tomarías el resto del día libre —dijo, haciéndole un gesto para que se sentara.
— No soy tan irresponsable como crees —contestó Yoongi sentándose.
— Sí que lo eres —dijo ella enarcando una ceja— Ya veo que te has vuelto a pelear con Jeon... Sigo sin entender porque te empeñas en llevarte mal con él. Acabarás mal, Jungkook.
— Por lo mismo que tú te empeñas en llevarte mal con Soojin y las demás sujetas-pompones. Porque son unos cabezas huecas. —dijo con tono elocuente.
Ella sonrió apartando la mirada y aceptando su explicación. Irene, la chica más guapa de todo el instituto era su mejor amiga desde el colegio, no era la típica niña pija que lloraba si la tirabas del pelo, nada de eso, si le hacía algo te la devolvía con creces. Era sexy e inteligente, por ello era la más deseada. No le valía cualquiera, ella no presumía de todos los hombres que se había tirado, sino de todos los hombres que no la habían tocado. Yoongi y ella eran diferentes y ellos lo sabían. Dos almas libres que no aceptaban órdenes de nadie. Yoongi no se dejaba avasallar por Jungkook y sus amigos, e Irene nunca necesitó ir detrás de ninguna animadora.
A los quince años, estaban solos en casa de Irene viendo una película, rieron, bebieron y terminaron en la cama. Fue la primera vez para ambos. Desde entonces siempre que necesitaban saciarse acudían el uno al otro. Sin embargo, sus amigos nunca se fiaron de ella, en ocasiones se volvía algo celosa y posesiva con él, Yoongi se lo permitía porque no le importaba. Y a pesar de ser con la mujer que más a gusto estaba, no sentía nada más que amistad por ella. Nunca había encontrado ninguna que le completara, aunque su relación con las mujeres no le preocupaba demasiado, ya llegaría la adecuada.
Cuando finalmente su profesora de literatura entró en la clase, Jungkook tomó asiento junto a Hoseok, que no paraba de hablar y reírse, y a Jungkook le dieron ganas de meterle una de sus zapatillas en la boca pues no decía nada más que estupideces. Namjoon, que estaba sentado detrás de él, se inclinó para hablarle al oído.
— ¿Tienes la casa libre esta noche al final? —preguntó Namjoon entre susurros.
— Ya te dije que si —le espetó Jungkook.
— Entonces ¿esta noche tenemos fiesta? —preguntó Hoseok demasiado alto y con voz de idiota, haciendo que la profesora les lanzara una mirada para que callaran.
— Si no cierras esa bocaza tú no tendrás nada —le dijo Jungkook con brusquedad cuando la maestra apartó la mirada.
Namjoon se volvió a acercar a él.
— ¿Quieres que invitemos a todo el mundo? —preguntó Namjoon.
— Menos a los perdedores —intervino de nuevo Hoseok.
Jungkook le dirigió una mirada gélida.
— Ya sabes a quién no tienes que invitar —contestó ignorando a Hoseok y echando un vistazo a su derecha.
Min Yoongi hablaba en susurros con su queridísima amiga Irene.
— Lo sé, ni Min ni ninguno de esos "Wastes" —contestó con una mueca malvada pillando el mensaje.
Jungkook sonrió sin quitar la vista de Min, y es que le detestaba, y conseguía lo que quería simplemente siendo encantador. Ponía esa cara de cachorro o aquella sonrisa socarrona y ya tenía el mundo a sus pies. ¿Quién no detestaría a alguien como él? De pronto se dio cuenta de que todos le miraban, la profesora tenía su vista clavada en él. Le había preguntado algo y él, embobado pensando en el estúpido de Min Yoongi.
— Em, disculpe. ¿Qué decía? —dijo Jungkook con la mayor naturalidad que pudo mostrar.
Toda la clase rió por lo bajo, incluido obviamente Min.
— Decía que si aún no te has acostumbrado a la rutina de estar atento en clase, será mejor que vuelvas más tarde —respondió la profesora.
— ¿Sólo por estar un poco...? —dijo Jungkook indignado.
— Lleva toda la clase hablando, señor Jeon. Hágame el favor de salir de la clase ahora. —repuso la mujer, zanjando el tema.
Jungkook iba a volver a hablar para defenderse cuando fue interrumpido por un grito del otro extremo de la clase.
— ¡Que te vayas, Tucán! —gritó Yoongi.
Todos se rieron a carcajadas, unas más diminutas que otras. Jungkook se levantó y se marchó dando un portazo, no sin antes lanzar una mirada de amenaza directamente a Yoongi, éste lo único que hizo fue sonreír. Tucán, se repetía en la cabeza Jungkook una vez fuera. ¿Qué clase de apodo es Tucán?, se preguntaba. Le había dejado en ridículo delante de toda la clase el muy capullo. No podía permitir tal cosa; esa noche le dejaría fuera a él y a toda su panda de desechos de la fiesta. Claro que sí.